
El sabor de la vida es su humanidad. La vida verdadera sabe a humanidad. A humanidad plena y digna. Sabe a fraternidad. Sabe a comunión, a trabajo decente, a sanidad universal, a vecindad entrelazada, a soledades habitadas, a condiciones dignas de vida para todas y para todos. Sabe a esperanza, a mañana y a futuro. Sabe a políticas que ponen en el centro la vida de las personas y sus necesidades. Sabe a risa y alegría. Sabe a acogida de los últimos. Sabe a bienaventuranza y a Reino. Sabe a misericordia y a consuelo. Sabe a entrega gratuita por amor.
5º Domingo TO