Permanecer unidos a Jesús es la condición fundamental para que la comunidad y todo discípulo den fruto y tengan vida. Debe circular por nosotros la savia de Jesús, el espíritu de Jesús. Él es la vid y nosotros los sarmientos. La unión es íntima, vital, dinámica, total, permanente. Forman –vid y sarmientos– un todo. Los sarmientos no son nada si se separan de la vid. Reciben la savia de ella. Solo se entienden, tienen identidad y se definen en cuanto permanecen unidos a la vid. El verdadero dinamismo cristiano solo se muestra en la permanencia del creyente con Jesús, en la permanencia de su Palabra en el discípulo.
5º Domingo de Pascua 2021