Termina este tiempo de Navidad que nos devuelve a lo ordinario, a lo cotidiano, a ese encuentro diario con Dios que anda en zapatillas con nosotros por nuestros mismos caminos, en nuestros mismos encuentros. Ese tiempo ordinario en que se tata de vivir -como siempre- nuestro bautismo. Estamos signados en el nombre del Padre, del Hijo, del Espíritu Santo. Se trata de vivir el amor trinitario. Retoma tus lugares vitales, las personas que los habitan. Acoge las semillas de amor que crecen en esas realidades.
Bautismo del Señor