Cuando la personalidad se ha estabilizado suficientemente, es cuando ha llegado el momento de plantearse de manera seria el Ideal. Cuando uno está de vuelta de los ideales Quijote de los años juveniles. Entonces (como Agustín de Tebaste, a los treinta y tres años) es cuando puede formularse la famosa pregunta: ¿Quién es Dios, y quién soy yo? (Rovirosa, OC, T.II. 162).
21º Domingo TO