Jesús muerto y resucitado se hace presente en la prolongación de la Eucaristía, para que nuestra vida sea también eucarística y, como decimos en la Plegaria: anunciemos la muerte del Señor hasta que vuelva. Algo que solo podemos hacer si estamos dispuestos como Él a entregar nuestra vida por el hermano, para que tenga vida. Nuestra vida eucarística es una vida entregada y una vida entregada para hacer comunión entre nosotros y con Aquel a quien comulgamos. Cuerpo de Cristo es la Eucaristía. Cuerpo de Cristo es también la Iglesia que el Espíritu engendra en comunión por el amor. Cuerpo de Cristo, cuando dos o tres nos reunimos en su nombre, para hacer su voluntad, para adelantar su Reino.
El Cuerpo y la Sangre de Cristo