El 25º aniversario del documento La Pastoral Obrera de Toda la Iglesia es momento de mirarnos dentro, sacar lo que pensamos, sentimos y, muy especialmente, lo que soñamos. Es momento de levantar la mirada y ver qué nos pide la realidad del mundo obrero y de la Iglesia hoy. Porque las personas y familias del mundo obrero lo necesitan. Y porque nuestra Iglesia también lo necesita.

José Fernando Almazán | Militante de la HOAC.

La Pastoral Obrera ha sido capaz, junto con otros ámbitos eclesiales, de poner el trabajo humano como principio de vida en el centro de su misión. Como demuestra la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD). Es la Pastoral Obrera y del Trabajo que se está llevando a cabo, la que es posible y eficaz hacer hoy. Es paso imprescindible para cualquier objetivo más ambicioso dentro de la Iglesia.

Es muy importante echar la vista atrás. Ayuda a tomar conciencia de lo hecho en estos últimos 25 años y más, por nosotros y por los que nos han precedido. Somos depositarios de un tesoro de experiencias y de logros, y, a la vez, de trabajo, lucha y desazones. Todo ello nos ha traído hasta aquí. Y la herencia no es, ni mucho menos, desdeñable.

Es de justicia hacer memoria, para no estar tentados de minusvalorar lo hecho y conseguido, que ha sido mucho. Y para no caer en la tentación del adanismo: hacer como si no hubiera una historia, un pasado con unas razones y unas circunstancias determinadas, un acervo de experiencias y de maneras de hacer que han servido enormemente para muchas personas y para muchas iglesias diocesanas. Es la ocasión de homenajear como merecen a aquellas personas que lo han hecho posible. Es muy importante agradecer y ser agradecidos. Son obra de Dios, a la vez que respuesta agradecida y permanente, durante toda una vida, a la llamada a seguir a Jesús entre y con los de abajo. Eso son palabras mayores. Tierra sagrada.

Es el momento, también, de valorar honradamente, si el encargo y la tarea siguen siendo necesarias 25 años después, lo que pasa necesariamente por hacer un diagnóstico honrado y certero de la realidad actual del mundo obrero, a la vez que de nuestra realidad como Pastoral Obrera y como Iglesia.

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