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¿Se aproxima otra recesión económica?

19 julio 2019 | Por

¿Se aproxima otra recesión económica?

Enrique Lluch | Doctor en Ciencias Económicas y coordinador del Foro Creyente de Pensamiento Ético-Económico.

Volvemos a escuchar el aviso de que el crecimiento económico se está ralentizando. La economía española y otras europeas están creciendo menos de lo esperado y esto hace que se enciendan las alarmas, después de tantos años de recesión como hemos tenido y una crisis económica realmente grave que todos seguimos recordando.

Más allá de los signos que nos alertan ante esta posible evolución futura de la economía española y europea (de los que hablaré también a lo largo de este artículo) creo que es conveniente que analicemos por qué nos alarma tanto que pueda haber un crecimiento económico menor.

La preocupación porque el crecimiento pueda ralentizarse se debe a dos cuestiones que se dan al mismo tiempo en nuestras economías. La primera es que toda la organización económica está al servicio del crecimiento económico, de que este se mantenga y se incremente. El crecimiento económico es así, el objetivo de la actividad económica y a lo que toda esta parece abocada.
La segunda es que dependemos del crecimiento para que todo funcione bien. Como todo está organizado al servicio y en pos del crecimiento, hemos generado una sociedad que es adicta al crecimiento. Sin este, nada funciona, se destruyen empleos, se paraliza la actividad económica, quiebran empresas, bancos y estados porque no pueden asumir sus deudas, etc. Como toda adicción, los efectos a corto plazo de abandonarla son terribles y por ello, se tiene miedo a que no haya crecimiento. Nada parece funcionar sin él porque todo está subordinado a que este exista.

Para producir más año tras año (en esto consiste el crecimiento económico) es necesario que alguien compre eso que producimos. Los distintos agentes económicos que demandamos esa producción somos las economías domésticas, las empresas, el sector público y estos agentes de otros países a quienes exportamos nuestros productos. El crecimiento puede venir de que alguno de estos cuatro agentes esté incrementando sus compras y eso lleve a las empresas a producir (y vender) más y más. Parece evidente que para demandar más bienes hay que ganar más o endeudarse (comprar por encima de nuestras posibilidades actuales).

Esta circunstancia es la que produce la tensión (y la adicción) en cualquier economía orientada al crecimiento. Porque cualquier agente económico tiene dos opciones esenciales cuando tiene unos ingresos: gastárselos o guardárselos. Si todo el mundo se guarda lo que gana y no demanda, el crecimiento no es posible (salvo que venga de vender al exterior). Por ello, necesitamos un sector financiero que canalice el ahorro de la sociedad hacia agentes económicos que hagan, precisamente, lo contrario: gastarse por encima de lo que ingresan y pedir prestado para hacerlo. Así, el crecimiento económico puede sustentarse sobre tres elementos esenciales: la existencia de un bajo o nulo ahorro, el endeudamiento para gastar por encima de las posibilidades o bien que sean los agentes económicos del exterior quienes nos demandan más y más.

La primera opción –que no exista ahorro– tiene un problema a medio largo plazo importante: que cuando alguien quiera realizar una inversión económica o adquirir un bien caro, no disponga de fondos para hacerlo, ni de nadie que se los preste, lo que conlleva que ese crecimiento quede frenado por la imposibilidad de adquirir bienes de precio elevado o de invertir a medio o largo plazo.

El endeudamiento tiene el problema de que supone crecimiento para hoy, pero frenazo para mañana. Esto es así, porque en el momento en el que consumimos más de lo que ingresamos y pedimos prestado, logramos que se incremente la producción y, por tanto, colaboramos en un incremento del crecimiento económico. Pero las deudas hay que devolverlas y además pagar un interés por ellas. Esto hace que en el momento de devolver y pagar el correspondiente interés, la demanda se reduce y se frena así el crecimiento económico. Además, cuando se realizan compras de precio elevado o inversiones con endeudamiento, dependemos de seguir produciendo lo mismo o de que se incremente nuestra producción para poder realizar la devolución, entrando así fácilmente en la adicción al crecimiento.
Depender de la evolución del sector exterior nos deja al albur de lo que sucede fuera. Nuestro crecimiento no es autónomo, no se genera dentro de nuestras fronteras, sino fuera de ellas. No podemos hacer nada, tan solo confiar en que los otros sigan comprándonos mucho para poder mantener nuestros niveles de producción.

Antes de la gran recesión teníamos un gran crecimiento en nuestro país (y en otros) que se basaba en el endeudamiento elevado de las familias (que gastaban mucho más de lo que tenían) y de las empresas (especialmente las de construcción que se embarcaban en promociones inmobiliarias potenciadas por el sector público para incrementar su recaudación). Un endeudamiento que tenía, además, un fuerte componente internacional ya que gran parte de él era con agentes económicos de otros países. Cuanto todos tuvieron que devolver y algunos no pudieron hacerlo, porque habían dejado de crecer y no ingresaban lo suficiente para hacerlo, la economía se desmoronó como un castillo de naipes…

En estos momentos la situación es distinta. En estos momentos vemos que los agentes económicos internacionales que nos compraban mucho, están dejando de hacerlo; las compras de los hogares, después de años de crecimiento, se están moderando y eso que están comenzando a gastar más de lo que ingresan (con unos niveles agregados de ahorro muy reducidos); las inversiones económicas de las empresas también están bajando. Solamente mantienen el crecimiento el sector de la construcción que vuelve a aumentar y el gasto público que se incrementa otra vez (tal vez por el periodo electoral, pero tendremos que ver qué sucede ahora cuando las citas en las urnas han acabado).

No parece que la situación sea como para comenzar otra gran crisis, pero sí como para que haya un pequeño frenazo en el crecimiento que puede tener repercusiones en la creación de empleo en nuestro país. Depender y buscar tan solo el crecimiento económico nos lleva a estas situaciones. Deberíamos plantear una organización económica que no estuviese tan focalizada en el crecimiento económico y que evitase nuestra adicción al mismo.

 

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