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Ehsan Ullah Khan: “Antes de comprar, piensa en tus propios hijos”

08 julio 2019 | Por

Ehsan Ullah Khan: “Antes de comprar, piensa en tus propios hijos”

Este periodista activista pakistaní, de 70 años de edad, ayudó a liberar a Iqbal Masih, símbolo de la lucha contra la esclavitud infantil. Ullah es fundador y presidente del Frente de los trabajadores de las Fábricas de ladrillos, del Frente de Liberación del Trabajo Forzado en Pakistán  y del Frente de Liberación del Trabajo Forzado Global. Vive exiliado en Suecia y colabora habitualmente con la asociación Encuentro y Solidaridad.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) cifra en más de 150 millones los niños y niñas que realizan trabajos forzados o tareas inadecuadas que ponen en peligro su integridad y su educación. Una parte de estos menores, se estima que son unos nueve millones acaba siendo víctima de la trata infantil y la explotación sexual, el trabajo forzoso por endeudamiento, en la mina o en la agricultura, reclutados para la guerra o el matrimonio infantil forzoso.

¿Cómo descubrió la existencia de la esclavitud infantil y por qué decidió crear el Frente de los trabajadores de las Fábricas de ladrillos?

En realidad, me enteré por casualidad en el año 1967. Hasta entonces, no era consciente de ello, no sabía que había seres humanos que estaban viviendo un problema tan terrible. En la calle conocí a un hombre muy mayor que estaba de pie al borde de la acera. Yo creí que estaba a punto de cruzar la calle y le ofrecí ayuda, pero él me dijo: “Mejor déjame morir”. Entonces, le pregunté por qué quería morirse. A lo que me contestó que había perdido toda esperanza, que era un trabajador de una fábrica de ladrillos y que sus 2 hijas, de 11 y 12 años de edad, habían sido secuestradas y violadas por el dueño de la fábrica y que ahora además iban a ser vendidas a otra ciudad. Al oír esto, intenté contactar con un oficial de policía, pero no me escuchó, ni me prestó siquiera atención.

Los ojos de ese hombre estaban llenos de lágrimas y supe que yo debía hacer algo. Le busqué un taxi y le dije que volviera a la fábrica, y que al día siguiente trajera a alguien que me pudiera explicar bien cuál era la situación que estaban viviendo. El taxi fue a buscarlo al día siguiente al lugar donde lo había dejado y ese hombre, que era católico, volvió con otra persona, que era musulmana. Este otro hombre me explicó toda la situación. Les hablé a mis compañeros de facultad de lo que estaba ocurriendo y decidimos ir a hablar con un oficial de policía de mayor rango, le dijimos que hasta que estas niñas no fueran liberadas, no nos iríamos de allí. Finalmente, ante nuestra presión, las niñas fueron liberadas.

Ésta fue la primera vez que intervine en un incidente de este tipo, pero, además, el primer caso de esclavitud en el que se actuaba de esta forma ante una situación que estaba ocurriendo desde hacía cientos de años.

Después de esto, estando en mi oficina, vi que había una multitud de personas afuera que habían venido a verme. Eran personas con miedo, hombres y mujeres, muchos de ellos mayores, que venían a contarme sus historias. Cuando los estaba escuchando, pensaba en que estas personas no habían sido escuchadas durante siglos. En su mayoría eran católicos, aunque no bautizados, que se habían convertido desde el hinduismo, provenían de clases muy bajas, de hecho, eran sin casta. Les dije que eligieran a un grupo de personas que las representara, pero querían que los ayudara sin involucrarse directamente. Sin embargo, al final los convencí, incluso de que eligieran también a una mujer.

A partir de ahí, empezamos a trabajar. Lo primero que hicimos fue buscar información sobre las distintas regiones, para saber qué estaba ocurriendo. Entonces, descubrimos que había niños trabajando en condiciones de esclavitud. Lo que solíamos hacer era trabajar con un pequeño grupo del barrio, distintas familias y niños que eran víctimas, y construir una relación entre las personas de esa zona. Luego, hablábamos con los niños para ver cómo se encontraban y les dábamos una formación pedagógica enfocada a lograr su empoderamiento, para que tuvieran confianza en sí mismos, que supieran que eran iguales a cualquier otro niño y que tenían derecho a jugar, a tener una educación, a descansar, a estar con sus padres. También trabajábamos con asociaciones locales para que los niños se sintieran apoyados. El siguiente paso consistía en animarlos a que reaccionaran en contra de la esclavitud y que alzaran su voz. Debían enfrentarse al dueño de la fábrica y entregarle una carta que decía que tenían derechos y que eran libres, luego le debían estrechar la mano y levantar el puño de la otra mientras decían: “Somos libres, somos libres”. Los otros niños estaban detrás también alzando el puño y la voz, coreando la misma frase. Obviamente, a los dueños de las fábricas esto no les gustaba nada porque se estaban revelando.

La esclavitud tiene que ver con una mentalidad de gente que cree que puede esclavizar a otros porque tiene ese derecho y otros que aceptan ser esclavizados. Por eso para luchar contra la esclavitud es muy importante darle formación a la víctima para que tenga confianza, para que sepa que es igual a otros y para que no tenga miedo, miedo que le inculcan junto con el síndrome de Estocolmo. Esa era la capacitación que nosotros les dábamos para que rompieran ese silencio. Por ello, era importante que también se sintieran apoyados por los niños que estaban detrás, diciendo: “Somos libres”, incluso con su movimiento corporal, alzando el puño, porque en el subconsciente este movimiento del cuerpo, hecho por todos conjuntamente, les infunde valor. Nuestra formación era muy sencilla, muy básica, pero muy necesaria. Sin esta, hubiera sido imposible liberar a nadie. Una vez que la persona adquiere esta confianza, es difícil esclavizarla nuevamente. La persona necesita ser consciente de su situación.

“Los niños esclavos levantaban el puño y decían: “Somos libres, somos libres”

¿Qué consecuencias han tenido para su vida las constantes denuncias que ha hecho sobre las condiciones de esclavitud en su país, Pakistán, y sobre la complicidad de las multinacionales?

Desde el principio de esta lucha, mi vida ha estado en peligro. Los esclavistas de las fábricas me atacaron, intentaron dispararme, intentaron secuestrarme, pero no tuvieron éxito. También quisieron involucrarme en casos de ilegalidad con falsas alegaciones, pero tampoco tuvieron éxito. Mi lucha por la libertad era legítima. Incluso intentaron matarme seis veces, el gobierno me encarceló 12 veces y dos veces me acusaron de alta traición. Desde hace 22 años, estoy forzado al exilio. Desde el principio, siempre fui consciente de que si quería actuar en contra de la esclavitud, no iba a ser fácil. Aun así, continuo luchando y liberando gente desde 1967. Todos los grupos religiosos: cristianos, musulmanes, hindúes me acusaban de estar actuando en contra de sus religiones, decían que no era esclavitud sino trabajo. Los políticos y el gobierno decían que era un agitador. Los dueños de las fábricas me acusaban también y los comunistas decían que estaba retrasando la revolución con mis métodos de lucha. El gobierno defendía la esclavitud diciendo que eran tradiciones y que no existía una ley en contra de las tradiciones, ni una ley que especificara que lo que yo denunciaba era esclavitud laboral o esclavitud infantil. Esa era la realidad que vivía, no tenía a nadie que me apoyara, ni siquiera la sociedad, solo mis padres y mi hermano me apoyaban moralmente y económicamente. Me llevó casi 25 años lograr que la Corte Suprema de Justicia declarara en 1990 que los trabajadores de las fábricas de ladrillos estaban trabajando en situación de esclavitud. Por primera vez se definió por ley lo que era la esclavitud en Pakistán. Desde mi punto de vista, este fue un gran logro, porque pude probar que la esclavitud existía aunque la OIT decía que había sido abolida y había desaparecido en el siglo pasado.

En 1991, conseguí que se aprobara una ley en contra de la esclavitud infantil y, en 1992, en contra de la esclavitud. Después de esto, las puertas empezaron a abrirse y empecé a liberar niños de otras industrias, como la de las alfombras, el calzado, las minas de oro. A partir de ese momento, las organizaciones internacionales comenzaron a hablar del tema. Actualmente, éste es un tema importante. Incluso hoy en día, si buscamos en Internet información sobre la esclavitud, veremos la relación que existe con la Industria del ladrillo. Mi lucha comenzó enfocada en esta industria y esta pasó a ser un símbolo de la esclavitud.

 ¿Cuál es su papel en la asociación contra el trabajo esclavo y cómo se coordina este trabajo desde Suecia?

Yo he fundado BLLF en Pakistán en 1988 después de la decisión de la Corte Suprema de Justicia. Aunque comenzamos luchando contra la esclavitud en la industria del ladrillo, BLLF nació para liberar trabajadores de distintas industrias: la agricultura, las alfombras, la minería.

En cuanto a la financiación, al principio juntábamos una rupia por cada persona. La asociación tenía muchos miembros, llegamos a ser 100.000 personas; de modo que esto era suficiente para el trabajo que hacíamos. Por otra parte, queríamos ser fieles a nuestros principios y autofinanciarnos. Esto fue así hasta 1990, hasta esa fecha nunca habíamos recibido ninguna donación de ningún país, ni de ninguna otra fuente. En 1990, comenzamos a construir escuelas para niños esclavos. Entonces, presentamos con el Sindicato Sueco LO este proyecto a UNICEF y Save the Children Suecia. Aun así, BLLF siguió financiando el 20% del proyecto, pagamos nosotros los salarios de profesores, los gastos para mantener la escuela, etc. El dinero que recibíamos era solo para las escuelas. En nuestra organización siempre mantuvimos la independencia económicamente porque sabíamos que si empezamos a depender de otros, terminaría afectando nuestra lucha y desaparecería.

“Llegamos a ser 100.000 personas”

 ¿Qué impacto han tenido tantos años de denuncia en la cadena de suministro global, que no tiene en cuenta los derechos humanos?

En Pakistán no había una ley contra la esclavitud. El primer impacto que tuvo esta lucha fue que se determinó lo que era esclavitud laboral y esclavitud infantil. Se aprobaron dos leyes: una en contra de la esclavitud infantil en 1991 y otra en contra de la esclavitud en 1992. Esto fue un gran logro a nivel local, pero el mayor éxito fue que millones de trabajadores de la industria del ladrillo fueron liberados de la esclavitud. Hasta entonces, a nivel internacional, el tema de la esclavitud no se relacionaba con las multinacionales, pero a partir de estas fechas, se comenzó a denunciar que estas grandes empresas estaban involucradas en las líneas de suministro, que explotaban a los trabajadores y usaban esclavitud infantil. En el mundo se empezó a decir que los niños no debían usarse en la industria de la alfombra, ni en ningún otro sector, como por ejemplo, en la fabricación de los balones de fútbol. A raíz de esto, las industrias comenzaron a estar bajo presión. La OIT introdujo un sistema para verificar las condiciones de fabricación de las alfombras. Aunque en Pakistán no, en la India se aplicó este sistema, Rugmark, y las alfombras no podían ser exportadas a Europa si no tenían este certificado que garantizara que habían sido producidas sin trabajo esclavo.

 ¿Cómo puede explicar que los consumidores en el norte sean insensibles a la esclavitud infantil?

Actualmente, cualquiera puede entrar en Internet y mirar donde fabrican sus productos las empresas multinacionales. Entonces verá que la mayoría de los productos que se venden en Europa están hechos en India, Pakistán, Turquía, China, Vietnam. La esclavitud está esparcida por el mundo.

¿En su relación con Inditex y Zara, qué respuesta ha recibido de ellos ante las alegaciones que ha hecho?

En el año 2014, cuando se incendió el Rana Plaza en Bangladesh y miles de personas resultaron muertas y heridas, incluyendo niños, intenté hablar con el dueño de Zara, pero no me recibió y envió a unos representantes que se tomaron con muy poca seriedad lo que yo les planteé, solo me hablaron de las bondades de Zara y negaron que la empresa utilizara trabajo esclavo o tener algún tipo de relación con el Rana Plaza. Les insté a que fabricaran sus productos en este país, en España, pero me dijeron que eso era imposible; lo cual me parece una falta de respeto hacia los trabajadores españoles, teniendo en cuenta las tazas de paro en España. Si no respetan a sus propios trabajadores, ¿cómo pueden respetar a los de otros países? Estaba claro que no tenían intención de cambiar nada. Aun así, sentí que tenía la responsabilidad de hablar con ellos y exponerles el caso. Actualmente, se han unido más gente e instituciones a hacer estas denuncias y demandas: escuelas, sindicatos, universidades, el partido político SAIn, otros que apoyan esta causa y la lucha contra la esclavitud.

¿Cómo se pone fin a la esclavitud infantil?

Es fácil ponerle fin. El consumidor debe saber que los productos que consume están hechos con esclavitud infantil. Entonces, antes de comprar tiene que pensar en sus propios hijos, que estos niños son iguales que sus hijos, y en lo que dijo Jesús: que los niños deben ser amados. Teniendo en cuenta esto, actuar en consecuencia: dejar de comprar estos productos y no consumir más de lo necesario, comprar en comercios locales lo que se fabrique en España. 

“Si muere la esperanza, muere todo”

¿Confía en la movilización pacífica de los ciudadanos para revertir esta situación de forma que el trabajo esclavo se convierta en un trabajo digno?

Sí, por supuesto. He dado un ejemplo, cuando yo comencé la lucha contra la esclavitud, nadie era consciente de este tema, ni estaba listo para afrontarlo, nadie quería oír hablar de la esclavitud. Sin embargo, la gente fue liberada. La situación va cambiando. Hoy en día, la lucha ha dado frutos, se sigue trabajando. Es exitosa en el sentido de que la esclavitud es un tema que se conoce a nivel mundial. En España se habla de que no hay que comprar cosas hechas con trabajo esclavo infantil.

 ¿Tiene esperanza en proyectos de economía alternativa que puedan responder a las necesidades de los seres humanos respetando el medio ambiente y los derechos humanos?

Debido a que tengo esperanza, llevo luchando desde hace 50 años. Si muere la esperanza, muere todo. Tengo esperanza de que la gente en occidente, que tiene acceso a la educación y la información, escuche cuáles son las necesidades de estos tiempos y que cambie sus hábitos de compra y el sistema económico.

¿Podría dar algunos ejemplos de iniciativas en este sentido que estén en marcha en el mundo?

En España, debido a esta lucha, la Universidad de Salamanca ya celebra el día 16 de abril como el día internacional de lucha contra la esclavitud infantil. También han comenzado a hacerlo otras universidades, muchas escuelas, incluso la prensa escribe sobre el tema. Se están alzando voces en todas partes y seguramente todo este movimiento traerá cambios.

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