El verdadero acto cristiano no viene marcado por tales o cuales símbolos, o gestos, o palabras, o etiquetas, sino que se produce siempre que uno escoge el criterio sobrenatural, en vez del propio criterio natural, por muy cargado que éste venga de recta razón y de Derecho Natural. Entonces, y solo entonces, se puede pronunciar la oración Suprema, y decir: Que no se haga lo que yo quiero, oh Padre, sino lo que quieres tú; por Jesucristo, Nuestro Señor (Rovirosa, OC, T.I, 556).