¡El trabajo es una escala para ver más cerca a Dios!

—Miguel Hernández

 
Presen Pérez

Porque mi canto llena de sentido
el laboreo que entreteje sueños,
porque es fuego que corre por la sangre,
piel transhumante en apriscos del tiempo.

Porque el trabajo lleva en su palabra
la partitura que libera al hombre
del inmisericorde desamparo,
esclavo de su angustia y sus temores.

Miro al hombre que carga a sus espaldas
tanto dolor y sumisión, que deja
una huella profunda de abandono,
oscura sombra que en silencio lleva
toda la decadencia de este mundo,
tanto desánimo, tanta tristeza.

Con un milagro quisieran encontrarse
desde esa pobre fe que ya han perdido,
se les llenan de espinas sus gargantas
y les sangra la voz, se anula el grito
que ha quebrado la fuerza de la lucha
para coger las riendas del destino.

Cuántas veces temblando desde un verso
se descargó el latido de la pena
que se encierra callada en lo más íntimo,
y el pulso se hace llanto por las venas.

Yo no admito el trabajo como un yugo
que da resignación, resta esperanza,
que quita libertad y nos destruye,
que crea sinsabores en el alma.

Comprender que el trabajo lleva un signo,
esa chispa de Dios entre las manos,
el humilde secreto donde crece
la mirada más allá de los párpados,
es llegar a crear un mundo nuevo,
es llegar a sentirnos como hermanos.