Montserrat Escribano Cárcel | Nos encontramos ante un libro coral escrito por varias teólogas y filósofas y que es el resultado de las Jornadas anuales de la Asociación de Teólogas Españolas (ATE). Cada uno de sus capítulos se acerca a una realidad común, la violencia padecida y soportada por las mujeres.

La razón última, como siempre, es la misma, su sexo. Como marco de apertura nos recibe la interpretación del texto bíblico de Génesis 3-4, por parte de Adelaide Baracco. Sus palabras son el contexto teológico sobre el que girará la reflexión acerca de los cuerpos, vidas y posibilidades cuando las violencias hacen presencia en ellas.

Cada vez más caemos en la cuenta de que vivimos en un mundo heteropatriarcal. Como sistema dispone de sus propias herramientas, también bíblicas, para mantenerse activo y sus resultados son reproducidos en nuestras vidas personales, sociales y eclesiales. Este orden desigual es sostenido a partir de los trabajos precarios de muchas y alimentado diariamente por cuerpos hipervisibilizados, sexualizados y disponibles siempre para el cuidado, la reproducción o el deseo, especialmente el masculino.

En estos marcos estrechos, las vidas se convierten, con frecuencia, en campos de batalla que deben ser sometidos. El Estado español ocupa uno de los primeros puestos en los índices mundiales de demanda de prostitución y de víctimas de trata. Como teólogas, creyentes e investigadoras nos preguntamos qué dice Dios, qué dicen nuestras iglesias.

La biblista Carmen Bernabé, en el prólogo afirma que debemos alzar las voces, modificar posturas y exigir cambios en aquellos discursos y prácticas eclesiales que justifican o promueven cualquier atisbo de violencia.

Al igual que en el relato del Génesis se produce un cambio cuando Dios pregunta a Caín dónde está su hermano, también en estas últimas décadas, según estas cinco investigadoras, asistimos a cambios radicales tras haber aprendido a conceptualizar las violencias patriarcales. Así que, de nombrarlas, señalarlas, redefinirlas y de buscar caminos teológicos esperanzados van estas páginas.

Como describe este libro, este trabajo es una tarea incómoda pero dura y necesaria. Las autoras, desde sus diferentes enfoques, subrayan los «efectos» que algunos pasajes fundacionales han provocado en el desarrollo de la moral y la legitimación de relaciones binarias asimétricas entre los sexos. Las teorías feministas y el análisis de género han señalado y evidenciado que estas estructuras de poder provocan víctimas.

Así, la relación entre la sociedad patriarcal y la victimización, especialmente de las mujeres, pero también de toda persona precarizada, explotada o tratada, es conceptualizada ahora como estructura de pecado. Vivimos en medio de ellas, formamos parte de sus entramados y nuestras vidas creyentes no nos inmunizan de reforzar estas situaciones mortales.

Por ello, debemos comprometernos en la búsqueda de políticas y teologías reivindicativas para su erradicación. Estos cinco estudios –escritos por Ana de Miguel Álvarez, Lidia Rodríguez Fernández, Susana Becerra Melo, María Luisa Cotolí Suárez y Silvia Martínez Cano– nos muestran estas estructuras enfermizas, sus efectos mortales y la perversidad constante que desprenden. Ahora, como señala María Luisa Cotolí, es tiempo de transformarlas para que las vidas, una vez más, ganen el pulso a la muerte.

Caín, ¿dónde está tu hermana? Dios y la violencia contra las mujeres, Adelaide Baracco Colombo (ed.), Editorial Verbo Divino (Aletheia), Estella 2017.