Porque las verdades nuestras son de tal naturaleza que Dios las manifiesta a los sencillos y las oculta a los encumbrados… si hemos de creer la palabra de Cristo. ¿Qué ha pasado? Pues que en vez de darlas en toda su sencillez, tal como salieron de los labios del Salvador (Mandamiento Nuevo, Bienaventuranzas…), se han complicado primero y después se han vulgarizado. El resultado está a la vista. Los cristianos, en vez de ser la levadura, la sal de la tierra, la luz del mundo, somos tan vulgares, estamos tan vulgarizados, como el resto de la vulgaridad” (Rovirosa, OC. T.V. 526).
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