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Una mirada de fe sobre el trabajo humano

14 junio 2017 | Por

Una mirada de fe sobre el trabajo humano

Miguel Ángel MollTenemos entre manos un libro que nos permite profundizar en el trabajo como dimensión fundamental de la existencia humana. No es un libro cualquiera puesto que logra hacer una lectura actualizada del sentido teológico que tiene el trabajo como factor clave en el desarrollo humano y de la creación.

La reflexión teológica iniciada por Chenu en los años cincuenta y que, posteriormente a través de distintos documentos de la Iglesia, se ha ido profundizando, ha estado marcada por un contexto sociocultural de progreso y avance. El trabajo era visto como un factor que contribuía al progreso de la humanidad, además de ser una manera preeminente de vincularse a la obra creadora del Padre. Sin embargo, esta manera de afrontar la realidad del trabajo ha ido chocando con la realidad que nos hace enfrentarnos, hoy en día, con un tipo de trabajo condicionado por la globalización económica y cultural que la justifica.

En este nuevo contexto histórico, marcado por la precarización, por la absolutización del dinero, el trabajo pierde centralidad y aparece como un instrumento más al servicio del capitalismo. Aquí reside la novedad del libro de Gasda, puesto que, frente al sistema actual, plantea una mirada de fe sobre el trabajo que nos ayuda a descubrir principios, valores y actitudes alternativos a la mirada interesada del sistema. La crisis actual es una crisis antropológica; el sistema ha expulsado del centro a la persona y, para ello, el trabajo es manipulado para ser puesto al servicio del capitalismo.

Frente a esta situación, Gasda plantea una reflexión que gira sobre el sentido del trabajo como Don y Celebración. Tradicionalmente, la Teología del Trabajo se fundaba en la visión de éste como colaboración en la obra creadora de Dios. Gasda, sin renunciar a este aspecto, sitúa el trabajo en el descanso, la contemplación y la celebración de la obra creada. Aquí radica la novedad: el trabajo no puede ser factor de alienación, todo lo contrario, es un elemento clave que dota de sentido a la vida entera en la medida en que es vivido desde la plenitud de la Creación. El trabajo nos permite reconocer la donación de Dios en la Creación y, sobre todo, de la donación ofrecida en su Hijo; y nos invita a donarnos a nosotros y nosotras para que la Creación entera alcance su plenitud. El trabajo es fuente de libertad y ante él hay que ser libres.

Las implicaciones de esta reflexión son muchas y podríamos reseñar algunas:

1ª. El trabajo es Don, Gracia. Deja de tener una visión negativa basada en el esfuerzo y el sufrimiento para ser un medio que contribuye al encuentro, la solidaridad y la libertad.

2ª. El trabajo se entiende desde el descanso como espacio que genera gratuidad, satisfacción y comunión.

3ª. El trabajo no tiene sentido por sí mismo, el centro de todo es la persona. El trabajo ha de contribuir al desarrollo de la persona en comunión consigo, con la naturaleza, con los otros y con Dios.

4ª. La Eucaristía (la liturgia) aparece como un elemento que unifica y dota de sentido al trabajo desde lo que celebramos: el amor de Dios, el Don de sí mismo en Jesús de Nazaret. En la Celebración expresamos nuestra donación que, al colaborar con Dios, hace posible la irrupción de un mundo más fraterno.

5ª. La comunidad cristiana no puede permanecer impasible ante la degradación del sentido del trabajo; está llamada a ser comunidad profética que denuncia toda injusticia y plantea (junto a otros y otras) formas alternativas marcadas por la libertad, la justicia y la fraternidad frente a la dominación, sumisión y explotación.

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