La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) ante el conflicto y situación creada en el campo sevillano y la convocatoria de huelga general para los días 12, 13, 14 y 15 de mayo:

Denunciamos: La actitud de la patronal, o mejor dicho de los dueños y gestores de las explotaciones agrícolas, quienes no cumplen con el actual Convenio Colectivo generando situaciones de explotación y fraude a los trabajadores y las trabajadoras y a la Seguridad Social, a la par que se benefician de las ayudas del gobierno. En especial, la negativa a cumplir la jornada laboral acordada y la ausencia de condiciones laborales, de seguridad y salud en que desarrollan la actividad laboral las empresas subcontratadas, sobre todo, en la recogida de las frutas.

No son admisibles los argumentos esgrimidos a la hora de justificar su postura, amparándose en una supuesta situación económica, cuyo fin no es otro que la eliminación de empleo estable y en condiciones dignas, por trabajo precario en situaciones de falta de derechos colectivos, de exclusión social, de flexibilidad total e indefensión jurídica; y es que cuando el beneficio exacerbado se antepone a cualquier cosa, lejos de contribuir a crear una sociedad fruto del trabajo y del esfuerzo de todos, se está potenciando el egoísmo y el “sálvese quien pueda”.

Manifestamos: Como cristianos no podemos permanecer indiferentes ante tal injusticia y violación de los derechos de estas personas trabajadoras, hermanos y hermanas nuestras. Mantenemos nuestro apoyo y nos comprometemos a colaborar para que su dignidad, sus puestos de trabajo y sus derechos laborales les sean restablecidos.

Hoy, queremos hablar sobre algo que para la Iglesia está muy claro: “El trabajo es la clave esencial de toda la cuestión social, si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien del hombre [la persona]” (LE 3). Esto es así porque “El trabajo humano es muy superior a los restantes elementos de la vida económica, pues estos últimos no tienen otro papel que el de instrumentos” (GS 67)

En definitiva, “La persona es la medida de la dignidad del trabajo” (Compendio DSI, 271)

Apelamos, pues, a unas relaciones humanas en el trabajo, donde la persona, hombre-mujer, sean el centro de la producción y no el “máximo beneficio”. Nunca es tarde para recapacitar, rectificar y retomar el diálogo. El dinero y el enriquecimiento no pueden justificarlo todo. La vida de estas familias y de estas personas con nombre y apellidos, no pueden dejarnos indiferentes. Animamos a todos y a todas a que se interesen por la causa de este sector de trabajadores y trabajadoras y apoyen las movilizaciones que están llevando a cabo por un convenio justo.

La solidaridad y la ayuda mutua es un deber de todos y todas. Para los cristianos y para los colectivos de los que formamos parte, debe ser además una entrega gozosa colaborando junto con otros en la solución de los problemas que sufren los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Por un trabajo digno para una sociedad decente.