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Antoñita, apóstol hasta el final

09 febrero 2017 | Por

Antoñita, apóstol hasta el final

MARCE VINUESA (EQUIPO SILVA | HOAC MADRID) Antonia Berges Martín, coloquialmente conocida como Antoñita, pasó a la casa del Padre el 24 de diciembre de 2016, día que coincidía con su cumpleaños y también con su bautismo.

Ella celebraba su bautismo en la intimidad, pero como uno de los días más grandes de su vida. Había nacido en una familia obrera, nada cercana a la Iglesia. A los 16 años fue invitada por una amiga a unirse a la Acción Católica y empezó a frecuentar un centro obrero de jóvenes de dicha organización. El Señor, que elige a quien quiere, como quiere y cuando quiere, puso sus ojos en ella y al poco tiempo sintió “una llamada del Señor al apostolado y un gran deseo de respuesta”.

Ha sido una gran apóstol, lo tenía muy interiorizado, estaba muy insertado en su vida diaria. Muchas veces decía que se es apóstol hasta el final, hasta que uno muere. Se sentía siempre llevada por Él a través del discurrir de la vida.

antoñita2Muy pronto conoció a Guillermo Rovirosa, Tomás Malagón y Manuel Castañón. Realizó el plan cíclico con don Tomás. Fue tomando conciencia de la realidad del mundo obrero. El sentido de la justicia, de la solidaridad, del humanismo que sus abuelos, no creyentes, habían sembrado en ella, se fue consolidando. Con el método del “ver, juzgar y actuar”, el unir fe y vida, puso en orden sus ideas y sentimientos. Desde entonces, en su oración diaria pedía al Señor “luz para conocer su voluntad y fuerzas para cumplirla”.

La invitaron a hacer un curso de preparación para “directores de cursillos apostólicos”, como se decía entonces, de 15 días. Lo dirigía, quién si no, don Tomás, acompañado por Castañón. Al cursillo fueron 23 personas, entre sacerdotes y seglares. Mujeres eran tres, pero las otras dos se fueron a los pocos días por cuestiones de trabajo.

En la Acción Católica ocupó varios cargos. Estuvo en la Comisión Nacional de la HOAC femenina, en la comisión diocesana de la HOAC, una vez fusionadas ambas ramas, fue secretaria de la Federación de Movimientos de Acción Católica, dio charlas…

Con Rovirosa y Malagón tuvo una relación muy cercana, influyeron mucho en su vida, en su amor por Jesucristo, por el mundo obrero y por la Iglesia. Es algo por lo que daba muchas gracias a Dios. Sentía verdadera admiración y cariño por ellos, con frecuencia utilizaba frases de ellos y así nos contagiaba ese sentimiento a los que estábamos cerca de ella. No tenía un nivel cultura alto, no tenía ninguna carrera, pero sí una inteligencia natural extraordinaria, mucha fe y una confianza absoluta en Dios. Fue una de las militantes que estaban junto a Rovirosa cuando murió. De hecho, el crucifijo que tenía en sus manos al dejar este mundo era suyo. Acudió varias veces como testigo de la causa de canonización de Rovirosa.

antoñita3En su última etapa integrada en un equipo de la HOAC, cedía su casa para las reuniones. Todos eran personas de edad avanzada, con achaques. Se llamaban “equipo del Dolor”, pero un equipo que vivía con ilusión, con confianza, con esperanza, en continua acción de gracias. Eran un ejemplo para todos.

Estaba muy limitada en sus últimas años de vida. Con frecuencia, comentaba: “no pueda hacer, pero puedo ser”. A casa, la llamaban mucho, para consultarla, pedir consejo, comentar. ¡Ejercía el apostolado con el teléfono de una manera única!

antoñita5Era cariñosa, afable, acogedora. Su casa siempre estaba abierta para todos.
Supo dar sentido al sufrimiento y las limitaciones propias de la edad. Lo convirtió en un acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona nunca. Todo es gracia, decía a menudo.

Gracias, Señor, por su vida! ¡Gracias por lo que hemos compartido! ¡Gracias por su benévola influencia! ¡Descansa en el Señor!

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