Dimas, en cambio, no tenía ojos ni pensamientos más que para Aquel… Cada mirada de Jesús era una avalancha de felicidad que le caía encima, al mismo tiempo que le venía a la memoria toda su vida pasada, tan ruin y miserable… Por momentos Cristo se iba convirtiendo en TODO para él” (Rovirosa. “El primer santo, Dimas el ladrón. OC, T. I, pág. 380).
Ver más oraciones aquí.
Para saber cómo bajar este documento, imprimir, etc. ver:
“Cómo descargar documentos en nuestra web”