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Creyentes Gallegos: por la dignidad de la mujer trabajadora, de la familia y la paz

03 marzo 2015 | Por

Creyentes Gallegos: por la dignidad de la mujer trabajadora, de la familia y la paz

La Coordinadora de Creyentes Gallegos, que agrupa a más de veinte asociaciones vinculadas a la Iglesia, presenta su Documento de la Paz por la dignidad de la mujer trabajadora, de la familia y la paz.

Desigualdades que viven y sufren las mujeres trabajadoras y sus familias como consecuencia de la crisis

La mujer trabajadora está siendo discriminada profesionalmente, salarialmente y por el hecho de ser madre, en muchos casos, se le está rescindiendo o privándole de un contrato de trabajo por el hecho de quedar embarazada. La mujer está padeciendo en las empresas acoso laboral, la violencia de género, la violencia machista, la violencia de una sociedad machista en la que los hombres no están dispuestos a perder  el privilegio y el dominio sobre la mujer. La mujer trabajadora, en la mayoría de los casos de familias afectadas por la lacra del paro, de la marginación y de la precariedad, es la que está dando la cara y buscando soluciones a todos estos problemas, con ayuda mutua, con colaboración, con ánimo y esperanza, pero al mismo tiempo, con rebeldía, participando en manifestaciones, concentraciones y movilizaciones de protesta y todo esto  a pesar de partir en desventaja, en esta sociedad en la que siguen predominando los valores machistas del tener sobre los valores humanos del ser.

Muchas de las familias trabajadoras, en nuestra sociedad se encuentran desde hace años sin trabajo, sin ingresos suficientes para hacer frente a los gastos básicos: comida, luz, agua, educación, sanidad, vestido, hipoteca, etc. De seguro que todos conocemos casos de familias trabajadoras próximas a nosotros, que viven esta situación de desesperación y de impotencia, en unos casos, y de resignación y conformismo en otros.

La respuesta de las instituciones ante estas desigualdades, ante esta situación de injusticia, estamos viendo que en la mayoría de los casos es más bien poca o nula, que miran para otro lado, y siguen aplicando reformas que empeoran las condiciones del mundo laboral, siguen recortando partidas para la sanidad pública en beneficio de la sanidad privada, siguen recortando en educación, en acción social, en dependencia, etc., en los presupuestos generales del estado de cada año. Tanto el Gobierno central como los autonómicos, no solo no están haciendo nada por impedir el cierre de empresas, por frenar la destrucción de empleo, sino que están favoreciendo la flexibilidad y la congelación salarial, precarizando aún más la situación de los trabajadores y trabajadoras. Por su parte la Iglesia jerárquica, se encuentra muy alejada de esta injusta realidad y carece de una denuncia profética de toda esta situación de corrupción y violación de los derechos de las personas trabajadoras más empobrecidas.

La mujer debe recuperar su dignidad e igualdad como persona

“Las persistencias de muchas formas de discriminación que ofenden la dignidad y vocación de las mujeres en la esfera del trabajo, se debe a una larga serie de condicionamientos perniciosos para la mujer, que tiene sido y aún lo es olvidada en sus peticiones, marginada frecuentemente y incluso reducida a la esclavitud”, Juan Pablo II.

No es posible la PAZ en una sociedad donde la persona no sea lo prioritario, donde la dignidad de las personas esté por debajo de los intereses económicos, políticos y religiosos, donde la dignidad de la mujer quede en un segundo o tercer plano. Nos parece además que esa grave y alarmante situación que estamos viviendo indica el grado de deshumanización y de injusticia social y laboral en que vivimos y por lo tanto resulta indignante para nosotros/as como creyentes en el mensaje liberador de Jesús, que se estén pisoteando a diario los derechos básicos de las personas, que se nos esté desposeyendo de lo que tanto costó conseguir.

“Las dotes de delicadeza, peculiar sensibilidad y ternura que tiene el alma femenina, representan no sólo una genuina fuerza para la vida de las familias, para impulsar un clima de serenidad y de armonía, si no que es una realidad sin la cual la vocación humana sería irrealizable”, Papa Francisco.

No es posible la PAZ si no somos capaces de tomar conciencia de la necesidad de erradicar la violencia machista, la violencia de género o el acoso laboral, si no somos capaces de entender que toda violencia es también una de las muchas maneras y formas de pobreza, de discriminación y de injusticia que afectan a las mujeres y a muchas personas. Se ve necesario rebelarnos contra esas maneras de organizar el trabajo que afectan tan negativamente a la vida, a las relaciones familiares y a las relaciones humanas. Prevenir el maltrato, acoger y proteger a las víctimas de la violencia doméstica, denunciar con valentía esta grave realidad y movilizarnos, entendemos que es el camino para poner fin al sufrimiento de tantas mujeres y personas y conseguir una sociedad más justa y más humana.

“La dignidad personal constituye lo fundamental de la igualdad de todos los hombres y mujeres entre sí. De aquí que sean absolutamente inaceptables las más variadas formas de discriminación. Toda discriminación constituye una injusticia completamente intolerable”, Juan Pablo II.

No es posible la PAZ si las instituciones no son sensibles a los problemas que padecen las personas más empobrecidas de la sociedad, si no tienen voluntad política para tomar las medidas correctoras para propiciar un mejor reparto de la riqueza y por el contrario continúan llevando adelante gestiones y proyectos que sólo sirven para enriquecer más a los más ricos. No es posible la PAZ, en esta sociedad si los gobiernos continúan recortando ayudas básicas necesarias para mantener una vida digna a las personas más empobrecidas, como son ayudas educativas, para la creación de puestos de trabajo, sanitarias, jurídicas, sociales, a la dependencia, contra los desahucios, etc.

Compromiso por la dignidad de la mujer, por la Justicia y por la PAZ

En nuestro compromiso por la dignidad de la mujer, por la justicia social y por la Paz tiene que estar presente nuestra rebeldía, nuestra indignación y nuestra denuncia profética. Rebeldía, indignación y denuncia profética, contra las injusticias que se cometen a diario en nuestra realidad más próxima, con aquellas personas más débiles, contra la mujer, contra las trabajadoras/es, contra la juventud excluida del empleo, contra las personas mayores desprotegidas, contra las familias desestructuradas por el salvaje sistema productivo capitalista, contra los/las emigrantes marginados y devueltos con violencia a sus países de origen. Rebeldía, indignación y denuncia profética, contra todo tipo de violencias, de género, familiares, de acoso laboral, de desaucios, de productos financieros (preferentes), corrupción, recortes y privatización de derechos (ley mordaza), incumplimiento de promesas política. Rebeldía, indignación y denuncia profética, contra los continuos recortes en la sanidad universal, en la educación pública, en la cultura, en los salarios, en las condiciones de trabajo, en las ayudas a la dependencia, en las prestaciones familiares en los derechos de las personas en general. Rebeldía, indignación y denuncia profética, contra las desigualdades, entre pobres y ricos, entre hombre y mujeres, entre personas con empleo y personas desempleadas, entre países del norte y países del sur, entre religiones, entre políticos de derechas y de izquierdas.

Como personas seguidoras de Jesús, como cristianos, tenemos que estar presentes en las movilizaciones, en las luchas, en las acciones que reivindiquen una mayor justicia para las personas más empobrecidas, que reivindiquen la erradicación y desaparición de la violencia, de la exclusión social de aquellas personas más débiles, que reivindiquen que la persona es lo primero y más importante en la sociedad, por encima de los intereses económicos, políticos y ideológicos. Frente a la actual situación de injusticias, palabras del papa Francisco que nos animan a la rebeldía dichas en el “Encuentro Mundial de Movimientos Populares”: “No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados y inofensivos. Qué triste ver como detrás de supuestas obras altruistas, se reduce al otro a la pasividad, se niega su existencia o lo que es peor, se esconden negocios y ambiciones personales: Jesús les diría, hipócritas. Qué lindo es en cambio cuando vemos en movimiento a pueblos, sobre todo, algunos de sus miembros más pobres y a la juventud solidarizarse y compartir. Entonces sí que se siente el viento de promesa que aviva la ilusión de un mundo mejor. Que ese viento se trasforme en vendaval de esperanza. Ese es mi deseo.

“Con Jesús siempre nace y renace la alegría para las personas desempleadas, trabajadores/as precarios, desahuciados, sin papeles… los pobres”, papa Francisco.

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