La Cuaresma es un tiempo de Gracia, para ahondar nuestra conversión, abriéndonos a Dios, fuente inagotable de vida nueva, de vida solidaria; para renovar la comunión servicial y liberadora, con los empobrecidos del mundo obrero y con los excluidos; para acercarnos más vitalmente a los crucificados y hacernos más “Cristo” para los demás.