HOAC CÓRDOBA.- El pasado 19 de octubre la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) de Córdoba hemos celebrado nuestra Asamblea Diocesana. En el marco de la oración y la reflexión hemos planificado nuestra vida y misión evangelizadora en el mundo obrero de la diócesis. Como Acción Católica queremos vivir inmersos en la vida diocesana intentando ser Iglesia en el mundo obrero y mundo obrero en la Iglesia.

Un mundo del trabajo de Córdoba que sigue experimentando sufrimiento y graves problemas como el desempleo o el trabajo cada vez más precario y sin derechos.  En nuestra Asamblea le hemos puesto rostro. Nos sentimos conmovidos por el cierre de empresas como pan Arenas o Blanco. O por los conflictos laborales como el de los trabajadores de pan Recor o la situación de Pan Rico en Puente Genil. Estos son sólo una muestra del goteo incesante de despidos y/o de empleos que no reconocen la dignidad humana. Tanto sufrimiento debilita y acaba robando la esperanza.

Una situación que, como el Papa Francisco nos ha dicho en su encuentro con el mundo del trabajo en Cágliari (Cerdeña), “es la consecuencia de una elección mundial, de un sistema económico que tiene en su centro un ídolo llamado dinero. Dios quiso que en el centro del mundo no hubiera un ídolo, sino el hombre, el hombre y la mujer, para que saquen adelante, con su trabajo, al mundo. Pero ahora, en este sistema sin ética, en el centro hay un ídolo, y el mundo se ha convertido en idólatra de este “dios-dinero”. ¡El dinero manda! Mandan todas las cosas que le sirven a él, a este ídolo… Y para defender este sistema económico idolátrico se instaura la cultura del desecho.”

Por este motivo, presentar a Jesucristo en el mundo de hoy, supone afirmar junto al papa: “¡Queremos un sistema justo! Un sistema que nos permita salir adelante a todos. ¡No queremos este sistema económico globalizado, que tanto daño nos hace!¡En el centro tienen que estar el hombre y la mujer, como Dios quiere, y no el dinero! Y esto supone denunciar que no es lícito abaratar los costes salariales para lograr empleos más baratos y rentables o reducir los salarios y las pensiones para desviarlo al pago de los intereses de la deuda. Las políticas de empleo no pueden tener el atajo del empobrecimiento y la precarización del trabajo, de las personas y de las familias.

Ante esta situación no nos podemos dejar robar la esperanza. Todos estamos llamados a asumir el reto de “luchar todos juntos para que en el centro, por lo menos en el de nuestra vida, estemos el hombre y la mujer, la familia, todos nosotros, para que la esperanza pueda salir adelante”. Hay hechos y experiencias que nos muestran que es posible vivir con otros valores y construir otra sociedad más fraterna desde criterios no economicistas. Para nosotros son signos del Reino de Dios, que suponen una constante lucha por la esperanza y que son expresión de la caridad política donde se unen amor y justicia:  Las plataformas de afectados por la hipoteca; la solidaridad de Cáritas y de tantas parroquias; las movilizaciones contra los recortes sociales; las diversas formas de organización de parados o de pensionistas; los movimientos vecinales que trabajan por barrios que no sean ignorados; las organizaciones, comunidades y plataformas  que se solidarizan, denuncian y combaten los atropellos que sufren las personas…

Nuestro compromiso evangelizador, que intentamos cultivar desde una profunda espiritualidad cristiana y obrera, parte de la profunda convicción de que Jesucristo es la respuesta personal y social para el mundo del trabajo.