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Proyecto Rioja Acoge: De la coexistencia a la vecindad

05 agosto 2013 | Por

Proyecto Rioja Acoge: De la coexistencia a la vecindad

Planificar itinerarios seguros para que niñas y niños acudan andando a su colegio o utilizar el arte para engalanar locutorios y comercios de barrio con el fin de animar al vecindario a que «pase y vea» son dos de las excusas más vistosas y visibles que Rioja Acoge ha utilizado dentro del proyecto de «Intervención Comunitaria Intercultural» (ICI).

El objetivo no es otro que personas de Logroño con diferentes orígenes culturales se encuentren y se relacionen. El proyecto ICI está impulsado por la Obra Social «la Caixa», con el aval de su Ayuntamiento. Se desarrolla en los barrios San José y Madre de Dios de Logroño, territorios nacidos de las migraciones interiores de la década de los años 60. Como muchos barrios obreros, crecieron rápido, sin plan, sin recursos y de espaldas al casco histórico. A golpe de reivindicación, ingenio y apoyo mutuo se han reinventado una y mil veces.

La acelerada llegada de vecinos del resto del mundo, con tradiciones y lenguas diferentes –pakistaníes, de Europa del Este, latinos, magrebíes, subsaharianos– y la crisis en la que estamos inmersos plantean nuevos retos. El activo movimiento ciudadano, a través de las históricas Comisiones de Convivencia o la Plataforma YATQTI (¿Y a tí qué te importa?) lleva ensayando respuestas, a las que el proyecto ICI ahora añade recursos técnicos y el acompañamiento de la administración.

Más de 50 escolares de 2º y 5º de primaria del Colegio Público Caballero de la Rosa –con un aumento del 40% de su alumnado de origen extranjero en los últimos 10 años–, recorrieron a pie los dos itinerarios diseñados para acudir a sus clases. Además de mejorar la movilidad urbana, la sensación de seguridad, propiciar una atractiva experiencia de autonomía y contacto directo con el entorno, se buscaba aumentar el conocimiento, la corresponsabilidad entre los vecinos y la participación de los padres en las AMPA.

La semana «Comercio + Cultura» explota cada año el potencial presente en las pequeñas tiendas de barrio, con el trabajo y la implicación del propio vecindario. Después de todo, «el pequeño comercio es quien da vida a sus calles y hace que el barrio esté vivo», en palabras de Alfonso Troya, de Rioja Acoge. Varios comercios de ambos barrios, previamente seleccionados con apoyo de sus vecinos, son objeto de atrevidas intervenciones artísticas de estudiantes de diseño, fotografía o personas con discapacidad que se expresan a través de sus manualidades.

Algunos de ellos son «de toda la vida», otros establecimientos están regentados por comerciantes de origen extranjero, cada uno con su clientela marcada por su cariz cultural. Una vez «tuneados», los comercios son objeto de visitas guiadas, de la mano de centros educativos y padres, el hogar de mayores, los técnicos del territorio, responsables políticos, asociaciones de vecinos y de personas extranjeras… Con animación de calle, ginkanas comerciales, degustaciones saludables y diversas… Todo un barrio movilizado alrededor de su comercio, porque en el movimiento está el roce, y con el roce, llega el cariño.

Administración, técnicos y vecinos

El proyecto ICI, es un experimento social, activo en 17 territorios de España, para convertir la fría coexistencia de grupos con raíces culturales distintas en relaciones de buena vecindad. «No se trata de pasar del cero a la convivencia idílica sino de construir relaciones operativas y, si surge un conflicto, que aprendamos a regularlo. Si no hay relación, no se percibe la riqueza», explica Troya. Para ello han buscado implicación tanto de las autoridades públicas como de profesionales técnicos de los territorios y de vecinos de aquí y de allá.

Los cinco profesionales del equipo ICI de Rioja Acoge, de diferentes orígenes y género, se volcaron en un primer momento en «conocer lo que había, vender palabras y conceptos abstractos»; después, en vincular a cada vez más gente para posteriormente reforzar el tejido social y propiciar el conocimiento mutuo entre los tres pilares de la comunidad –técnicos, ciudadanía y políticos–. Al fin y al cabo, todos están convencidos de que la convivencia es clave para la mejora de la calidad de vida.

De ahí ha surgido el Espacio Técnico de Relación, donde periódicamente y en horario laboral, concurren profesores, médicos, arquitectos, trabajadores sociales o policía…, con el fin de lograr una mirada integral y convivencial, de los retos comunes. El activismo social también se ha enriquecido con la creación del Espacio Ciudadano Comunitario, donde por las tardes se celebran los encuentros para canalizar las necesidades y propuestas comunes y prioritarias.

También se procura la confluencia, a través de la relación entre profesionales y representantes de la variada ciudadanía. Por ejemplo, los médicos aprenden los tabúes y la cultura de cada comunidad étnica y los ciudadanos reciben recomendaciones sencillas y baratas para una nutrición equilibrada.

Laboratorio social

Una de las novedades de la iniciativa reside en el aprovechamiento de nuevos y viejos mecanismos de participación, a partir de las experiencias recorridas y la acumulación del saber ligado a la acción. Personas con tradición cultural pakistaní o subsahariana se sienten más cómodas en organizaciones propias que en las asociaciones vecinales. Pero a la hora de defender al pequeño comercio o la salud del territorio pueden trabajar juntos. «Cuando se pone el acento en lo que nos une, por encima de las diferencias, es más fácil», apunta Troya.

Otra innovación tiene que ver con la relación con las administraciones, que en la tradición de los barrios obreros, suele estar marcada por la reivindicación y la confrontación. Para lograr objetivos compartidos, se precisan nuevos vínculos, no exentos de dificultades. Hace falta el concurso de todos, sin ocultar las diferencias y los acentos de cada parte. Por eso se procura la confluencia de ciudadanos diversos, con los técnicos y la administración, para ver cómo mejorar, desde el realismo y la buena voluntad, la convivencia, la salud o la educación.

Los miembros de Rioja Acoge, según afirma Alfonso Troya, son conscientes de que no pueden «mantenerse neutrales ante determinadas situaciones», pero saben que en este caso actúan como «mediadores obligados a apostar por el diálogo y la negociación para defender el interés común». «Si existe espacio de encuentro tenemos que estar ahí, para no perder a nadie por el camino. De lo contrario el proyecto se cae», admite este activista de la convivencia ciudadana intercultural.

Con todo lo aprendido se ha elaborado una monografía comunitaria, titulada «Somos Barrio», donde se agrupan los datos, la situación de los recursos públicos y privados, los hechos objetivos y las percepciones subjetivas. Es lo que orienta la hoja de ruta a explorar para los próximos dos años, tras haber conseguido financiacion y la voluntad expresa de continuar de técnicos, ciudadanía y políticos.

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