El polémico proyecto Eurovegas levanta grandes pasiones. Las administraciones que se disputan su ubicación, incluso el gobierno central al que le tocaría modificar la legislación nacional, parecen haberse rendido ante el maná prometido en forma de empleos, inversiones y futura recaudación fiscal.

Otros sectores, desde ecologistas, vecinos y altermundistas, hasta líderes religiosos han expresado su firme oposición. Argumentos hay para todos los gustos, pero desde luego, las experiencias pasadas dan alas a quienes ponen en duda que las promesas y buenas intenciones de quienes lo defienden puedan hacerse realidad algún día. Es más, lo razonable sería analizar el coste social que el proyecto, cuyas concreciones exactas no son de dominio público, tendrá, a pesar de los grandes dividendos que esperan sus promotores y quienes consigan participar en los negocios que puedan generarse a su alrededor.

Dentro de la Iglesia, el obispo de la Diócesis de Getafe, que incluye Alcorcón (Madrid) una de las dos localidades candidatas a albergar el macrocomplejo, Joaquín María López de Andújar fue de los primeros en abrir el debate. Los medios de comunicación explotaron algo aviesamente la veta «puritana». «Es una fachada muy atractiva, que promete muchos puestos de trabajo, pero cuando entras ves la podredumbre», fueron las declaraciones que recogieron muchos periódicos.

«En España el juego hasta ahora estaba bastante controlado, así que en nuestro país no somos conscientes de la gravedad de este asunto. Pero esta propuesta llega ahora, en plena crisis, como un señuelo. El jugador sueña con un golpe de suerte, esa fantasía irreal de ganar dinero sin esfuerzo, cae en la vorágine del no saber parar. Y eso al final termina dañando a los más vulnerables», señaló. El prelado advirtió que «intereses económicos sin ningún escrúpulo pueden arruinar a muchas personas y familias», lo que a su entender puede suponer una «grave servidumbre de la persona». También señaló los perversos efectos que unas instalaciones y actividades de este tipo pueden acarrear como la prostitución, el blanqueo de dinero o los espectáculos pornográficos. Todo ello, para el obispo, «daña el bien social y familiar».

López de Andújar dio a entender que su preocupación era compartida ente los obispos españoles. Sus compañeros de Estados Unidos o Argentina se han pronunciado de forma parecida ante otros proyectos semejantes levantados en sus países. El obispo de Segorbe-Castellón, Casimiro López Llorente, en la misma línea que el de Getafe y ante las preguntas de los periodistas durante la presentación de la Memoria 2011 de Cáritas sobre el ofrecimiento de Marina D´or de acoger Eurovegas, manifestó que «sólo fomentará el juego y las ludopatías». En declaraciones a los medios, López señaló que «no vale crear empleo a cualquier precio, y, pese a estar en tiempos duros de crisis, el fin no justifica los medios». En su opinión, el megacasino «fomentará el juego, las ludopatías y creará un mayor afán de riqueza, que ha sido precisamente una de las principales causas de esta crisis». «Hay que fomentar la riqueza más humana», dijo.

Posteriormente, Agustí Cortés, el obispo de la Diócesis Sant Feliu de Llobregat, el otro territorio mejor visto por los promotores de Eurovegas, dedicó una reflexión de tres páginas a este asunto, en la que se lee: «Conviene no dejarnos deslumbrar por resplandores que acaban siendo espejismos vacíos». Sus críticas al proyecto abarcan tres aspectos: el modelo de desarrollo económico «vinculado a menudo con operaciones especulativas y el fomento del dinero fácil»; el proyecto de persona que promueve este negocio, que determina «un estilo de vida que podemos calificar de degradante»; y el impacto ecológico en un territorio en el quedan muy pocas zonas con protección ambiental. En conclusión, el obispo catalán denunciaba que ante posibles beneficios económicos, los perjuicios, «sobre todo de carácter moral y social», tienen «más peso, dada su gravedad y los efectos que a largo plazo se producirían».

El último obispo, por el momento, en terciar en la polémica, ha sido el de la Diócesis de Alcalá, otra zona que llegó a sonar como sede del discutido negocio. En un comunicado titulado «¿Ganamos o perdemos con Eurovegas?», Juan Antonio Reig Plá criticó el proyecto por fomentar «la ludopatía» y su dudosa contribución al bien común. En su nota, el obispo insiste que antes de aceptar y fomentar estas inversiones se deben «medir las consecuencias sociales de las actividades que se proponen introducir». Reig Plà con datos del Informe anual del juego en España (2010) publicado por el Ministerio del Interior afirma que España es uno de los países más afectados por la dependencia que generan los juegos de azar y el envilecimiento que le rodea, en particular, el fomento de la prostitución. Su apuesta pasa por un desarrollo económico en el que el trabajo sea «digno y honesto», además de «compatible con la vida familiar y respetuoso con el bien de la persona». «La misión de las autoridades es salvaguardar el bien común, el primado de la persona y la auténtica ecología humana y social».

Publicado en Noticias Obreas, 1.539 Septiembre de 2012, págs. 8 a 10.

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