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Experiencia singular de incorporación a la HOAC de Barcelona

05 diciembre 2011 | Por

inic5nov052

“Pero ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro” 2 Cor. 4,7

HOAC-GOAC BARCELONA

Releer la experiencia de la incorporación de una persona a nuestra comunidad, nuestro movimiento, la HOAC, es, sin duda, una manera de acrecentar la conciencia de que hay algo valioso en nuestra particular manera de entender el seguimiento a Jesús, pero que pone ante nuestros propios ojos la fragilidad en la que llevamos ese tesoro, nuestras propias contradicciones y dificultades para vivir realmente a Jesucristo como propuesta de liberación.

Siempre deseamos que haya personas que se sientan atraídas por nuestra forma de entender la existencia, sobre todo cuando nos cuesta ser significativos en un mundo lleno de mensajes, propuestas, liberaciones, y donde cualquier referencia a Dios, al compromiso sociopolítico, a la vinculación comunitaria, a la existencia como un proyecto, cuesta que sea comprendida o que no sea vista como sospechosa de sectaria o fundamentalista.

Por eso, nos llena de alegría que haya personas que se acerquen a la HOAC, nos quieran conocer, inicien un camino a nuestro lado y, finalmente, confirmen que nuestra manera de vivir la Iglesia les es valiosa.

Este ha sido el itinerario de Susana, militante de la JOC que, al acabar su proceso, quiso incorporarse a la HOAC.

La diócesis, en ese momento, no disponía de personas interesadas en formar un grupo que iniciara ese mismo recorrido, y supuso un replanteamiento de esquemas tradicionales en la incorporación de personas al movimiento.

La asamblea diocesana fue consciente de esa dificultad y se pensó en que un grupo de militantes incorporara en su dinámica a Susana como una nueva miembro. No fue difícil, siempre hay vínculos afectivos que ayudan a ajustar los pasos y los ritmos, si no fuera por ellos muchos inconvenientes serían insalvables.

La generosidad de Susana y del grupo Crisol (un nombre muy apropiado para quienes desean descubrir lo valioso de la vida) hizo que reiniciaran planteamientos, revisaran juntos por qué para nosotros la existencia es un proyecto, hicieran vida de equipo y de vida organizativa de la HOAC como experiencia comunitaria, compartieran la opción y el compromiso por el mundo obrero. A la par, desde la comisión diocesana, se intentó que algunos instrumentos que el movimiento tiene y algunas dudas que surgieran pudieran ser dialogados sin interrumpir el ritmo del equipo. Para ello  se pidió a una persona de la asamblea que pudiera hacer este servicio mientras durara este proceso y que siempre que fuera necesario, a veces simplemente posible, mantuviera entrevistas con Susana.

Este relato concluye en la celebración de esta última asamblea donde ante las personas que formamos la diócesis Susana nos hizo partícipes de toda esta experiencia vivida y donde nosotros descubrimos el tesoro del que somos portadores a pesar de que la HOAC sea una simple vasija de barro. 

He aquí sus palabras:

“En el Evangelio de hoy escucharemos que “muchos son llamados y pocos escogidos”. Hace años que me siento llamada: llamada por el Padre, a construir su proyecto con los demás, en comunidad; llamada a sentirme y creer en la clase obrera, en su dignidad y unidad; llamada a compartir mi fe encarnada en la vida en un equipo, una pequeña familia que te acompaña en las alegrías y penas del día a día.

Y después de haber estado en la parroquia de Sant Adrià, en la JOC unos 15 años más o menos, y 1 año y medio de iniciación en la HOAC…, aquí estoy, dando un paso más en mi militancia obrera y cristiana, ante vosotras y vosotros, que sois mi actual comunidad.

En este paso necesito del Padre, sobre todo tener presente que está a mi lado, que siempre puedo contar con su presencia; que lo amo y que soy amada. Me comprometo a rezarle, en comunidad o en los pequeños silencios del día.

También necesito de la vivencia de clase obrera. En estos momentos de indignación, de ser más y más ninguneados, es cuando más hemos de sentirnos hermanas y hermanos, de ponerse en la piel de la otra persona, y darse ánimos y empuje en el día a día. Me comprometo a ponerme en pie, en ponerme en acción por las mujeres y hombres trabajadores.

Y, cómo no, necesito de una comunidad…, de una grande, donde vivir más experiencias militantes, y tener testimonios de cómo nos vamos haciendo adultos y adultas y crecer en la militancia. Y de una comunidad pequeña, de un equipo. Siempre he vivido mi fe, y mi compromiso ligada a un equipo, a unas personas que crecen junto contigo en todo, que comparten y son como una familia para una. Me comprometo a seguir viviendo en y con el equipo; y a participar en la diócesis.

Y quisiera acabar, dándole las gracias a Berchmans por los momentos compartidos sobre lo que es la HOAC, (que no han sido tantas veces como quisiéramos, pero han sido muy positivas e intensas); y a mi equipo, a Elena, Ita, César, Èrika y Elvira; por los pequeños y grandes momentos vividos, por la acogida, las vivencias intensas en este tiempo, las risas, las lagrimillas, paciencia, reflexiones que hemos vivido…, ¡y las que nos quedan!”

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