Recién llegado de Huesca en mitad del puente, cambio el frío seco de aquella ciudad por el húmedo aguacero de Sevilla. Continúan estos días las sesiones de trabajo del 46 Consejo General de la JOC, bajo el lema: Otra manera de MIRAR y de SENTIR. Una nueva manera de VIVIR, del que yo me he tenido que ausentar para atender otras obligaciones, pero me traigo una experiencia esperanzadora y gratificante del tiempo compartido con ellos.

La ponencia –más que ponencia una lección gozosa– de Dolores Aleixandre sobre la espiritualidad ha aportado elementos de referencia a una reflexión que, ya antes de las sesiones del Consejo, los chavales de la JOC han venido haciendo y han compartido y aprobado en estos días como líneas de acción y objetivos para los próximos años.

En el fondo, el objetivo que el lema proclama: en medio de este mundo deshumanizado, estos jóvenes manifiestan su deseo de mirar la vida como Jesús, sentir con Él, para dejarse llenar del Espíritu y vivir de otra manera más evangélica que sea testimonio entre otros jóvenes trabajadores, entre los jóvenes del mundo obrero.

Han hablado de acción transformadora, de oración y celebración, de estilo de vida, de Evangelio y Eucaristía, de eclesialidad, de cercanía a los jóvenes más empobrecidos. Ellos se han puesto las pilas, se han llenado del aire del Espíritu, han retomado el lenguaje de Jesús, teniendo presente a tantos jóvenes de la calle, de la cola del paro, del empleo precario, del Instituto, de los curriculums, de la Formación Profesional, de sus barrios y pueblos, a los sometidos por el consumo o la desesperanza… pero, además, a quienes hemos tenido la suerte y el gozo de acompañarlos en estos días nos han insuflado aire del Espíritu.

El frío de Huesca ha sido helador. El calor del 46 Consejo ha sido evangélico. Tanto, que al final, al volverme, lucía el sol.

Foto | 46 Consejo General de la JOC