En su mandamiento, Jesús no pide nada para él mismo ni para Dios, solo para el hombre. El Dios verdadero no es absorbente ni acapara al hombre/mujer; por el contrario, es un dinamismo expansivo de amor universal, don de sí que empuja a darse a los demás. Toda la vida y la actividad han de ser una variada expresión de ese único afán, el de expresar en obras el amor por los otros.
Ver más oraciones aquí Para saber cómo bajar este documento, imprimir, etc. ver: “Cómo descargar documentos de hoac.es”