¿Qué nos dirían hoy Guillermo Rovirosa y Tomás Malagón?

Sabemos que Guillermo Rovirosa, desde que se encontró con la persona de Jesús, se entregó totalmente a Él y trató de reproducir en todo momento la vida y los gestos de Jesús, viviendo una encarnación profunda en el mundo obrero.

La unión íntima con Jesús llevó a Guillermo a arriesgar su vida en muchas ocasiones. Guillermo Rovirosa vio muy claro que la evangelización, la transformación de la humanidad, el reino era Jesús, y que el mundo nuevo, la nueva humanidad solo podían nacer de la intimidad con Jesús. Parece claro que nos diría que sin comunicación íntima con la persona de Jesús y sin vivir con él, encarnándonos en el mundo de la precariedad, no podemos hacer nada que sea transmitir la Buena Nueva del Evangelio.

Tomás Malagón era una persona muy empática. Escuchaba con mucha atención, hacía sentirse valorada a la persona que trataba con él… Nos diría que escucháramos con mucha atención y empatía a las personas con las que nos relacionamos, qué cultivemos la oración y escuchemos qué nos está queriendo decir Jesús en ella y a través de las personas con las que nos relacionamos en nuestra vida… Que escuchemos la voz de los trabajadores y trabajadoras: sus problemas, sus aspiraciones… Que los acompañemos, que les ofrezcamos a Jesús, les hablemos de lo que significa para nosotros, de la experiencia de vida vivida en hermandad que experimentamos en la HOAC…

Daba mucha importancia a la oración: llevar la vida a la oración y la oración a la vida. Daba también mucho valor a la reflexión personal y a la lectura. Era muy claro en la defensa de una eclesialidad que pusiera siempre en el centro la vida y enseñanzas de Jesús y a las personas empobrecidas…

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