Acompañar a las víctimas, un camino de esperanza

Tiene 22 años y ya sabe que el trabajo que debe ser para la vida se convierte en demasiadas ocasiones en un arma letal que la arrebata. Hace menos de un año su padre la perdía en un accidente mortal en una empresa donde ya han muerto tres trabajadores. ¿Cómo es posible? Tras el dolor intenso, que no se ha ido, de la pérdida y la impotencia ante una muerte que, como muchas, se podía haber evitado, queda el vacío tremendo de la ausencia. Nada ha sido igual para su familia desde aquel día. Además, ahora, inmersos en un largo entramado judicial que no deja cerrar el duelo. Él, con una madurez que desborda su edad, nos dice sereno que además de su familia ha sido clave el acompañamiento de su equipo de la JOC. «He crecido en mi fe, he sentido la presencia de Jesucristo en mi vida a través de mi comunidad cristiana». ¡Qué importante es acompañar la vida y el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas del mundo obrero! Ahora ese dolor, esa rabia e impotencia, ese sinsentido de la muerte, por su fe y por la cercanía y testimonio de otras personas, se está convirtiendo para él, en germen de resurrección y de lucha para que otras familias y otros hombres y mujeres del trabajo no pasen por lo mismo. Su testimonio nos hace tragar saliva, humedece nuestros ojos y nos llena de esperanza.

Ora et labora

Lee el texto. El trabajo que deber ser para la vida, en demasiadas ocasiones lleva al mundo obrero a perderla. ¡Qué dolor y qué injusticia! La comunidad cristiana está llamada a vivir la comunión con el mundo obrero y del trabajo. No podemos desarrollar nuestro compromiso evangelizador al margen de este sufrimiento. Y esta comunión se traduce en acompañamiento de los hombres y mujeres del trabajo. El testimonio de este joven nos habla de su importancia. Acompañar es una relación de tú a tú, de dedicar tiempo a las víctimas, de escucharlas y de hacer tuyo su dolor. Es también tiempo, junto a ellas, de sembrar nuestros ambientes de otra lógica, la del Evangelio, y de denunciar que el trabajo no puede robarnos drástica o calladamente la salud y la vida. Es tiempo de descubrir con los afectados la importancia del compromiso para revertir y transformar esta lacra. Esta realidad no la van a cambiar quienes causan tanto sufrimiento. Y es tiempo de experimentar otras formas de vida y trabajo donde la persona sea el centro. Acompañar es abrir nuestra vida a las familias obreras, y eso no tiene horarios ni descanso. Reflexiona cómo acompañas tú a las víctimas de este sufriente mundo del trabajo.

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