Jesucristo se hizo pobre por ustedes (II Co 8, 9)

El Mensaje del papa Francisco para la VI Jornada Mundial de los Pobres (13 noviembre 2022) está encabezado por esa frase de la II Carta a los Corintios y, en sus primeros párrafos, se sitúa en el contexto de la epidemia, de la guerra en Ucrania y de «tantas personas dejadas a merced de la incertidumbre y la precariedad». ¡Qué campo tan necesitado de tomar en serio este Mensaje oportuno, profético y actual!

Continúa haciendo un llamamiento a la solidaridad para que compartamos lo poco o lo mucho que tengamos con los que no poseen nada, reflexionando sobre el valor que tiene para nosotros, pero sin caer en el asistencialismo, ni en el activismo sino en la permanencia constante y cercana con los pobres.

Hay una pobreza que mata, sigue diciendo Francisco, que es la miseria, hija de la injusticia y de la explotación, pero también existe una pobreza que libera y nos centra en lo esencial. Esta es la pobreza de Cristo y del cristiano. «La pobreza de Cristo nos hace ricos». Por tanto, es urgente «liberar a los pobres de la miseria y a los ricos de la vanidad, ambas sin esperanza».

Y cita a san Juan Crisóstomo, conocido por sus denuncias contra el comportamiento de los cristianos hacia los más pobres: «Si no puedes creer que la pobreza te enriquece, piensa en tu Señor y deja de dudar de esto. Si Él no hubiera sido pobre, tú no serías rico; esto es extraordinario, que de la pobreza surgió abundante riqueza».

Termina recodando a Carlos de Foucauld, a quien hace poco tiempo que canonizó, que «nacido rico, renunció a todo por seguir a Jesús y hacerse con Él pobre».
Tenemos una nueva ocasión en esta Jornada para convertirla en «una oportunidad de gracia». ¡Nos haría mucho bien! Sin duda.

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