Sin compromiso, no hay trabajo decente

Si el pasado año, cuando la pandemia estaba en su apogeo y las condiciones de trabajo se resentían y precarizaban, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD) acordamos que el lema de referencia para nuestra planificación fuese «Ahora más que nunca, trabajo decente» entendíamos y entendemos que el trabajo en estos momentos, no podía perder su apellido.

Este año, con el lema «Sin compromiso, no hay trabajo decente» queremos desarrollar nuestras prioridades, convencidos de que, sin hombres y mujeres comprometidas en esta tarea, el trabajo decente no será posible.

En la situación actual de crisis que estamos viviendo, se hace urgente y necesario cambiar el actual modelo económico y rescatar el sentido humano del trabajo. Esta manera de entender el trabajo ya no responde a las necesidades humanas, solo vale para garantizar los beneficios económicos. Se produce lo que resulta más rentable y se estimula el consumo sin límite, avanzamos en un crecimiento indefinido como si eso fuera posible sin agotar los recursos del planeta y al tiempo que lo destruimos vamos también destruyendo a las personas que no pueden seguir ese ritmo de ganar, gastar y gozar.

Para construir una sociedad humana y fraterna, es imprescindible hacer que el trabajo sea humano, dejar de tratarlo como una mercancía y que sea expresión de dignidad y camino de realización. Es preciso configurar el trabajo de otro modo, en claves de humanidad y amistad social en coherencia con la dignidad de las personas, para que todas puedan contribuir a la sociedad y ver reconocidos sus esfuerzos. Es una cuestión política de primer orden en la que todas las personas debemos comprometernos. Es tiempo de reconocer y defender la dignidad del trabajo y las condiciones dignas en que debe desarrollarse siempre.

Pero el trabajo digno no surge sin implicarnos, vale poco el teorizar y soñar, si no bajamos a la realidad de las personas que lo soportan. Seremos verdaderamente humanos si asumimos esta tarea en nuestra vida, en nuestra forma de vivir y actuar. Posibilitando la reflexión, el diálogo, el encuentro en nuestros ambientes sociales, eclesiales y en las organizaciones en las que participamos.

El compromiso es la mejor herramienta de humanización que podemos utilizar para hacernos personas, el meter a otro y sus problemas en nuestras vidas, es fuente de humanización en una sociedad que ha individualizado los problemas de los pobres, los hace sentir culpables de su situación y los sitúa en las periferias sociales como destinatarios de nuestra asistencia. Estamos llamados con nuestro compromiso a producir amor, a impulsar la sensación tan humana y agradable de ayudar a los que llamamos nuestros destinatarios, a promover su protagonismo, a cambiar sus sentimientos de sentirse amados a que puedan sentirse amantes. Este es el reto para la recuperación de las personas: devolverles la capacidad de amar, de pasar de ser destinatarios a ser protagonistas. Como vemos en el Evangelio, la viuda desamparada es capaz de compartir lo que necesita para vivir, mostrándonos lo que es de verdad la solidaridad. La lucha contra el empobrecimiento no será posible sin el protagonismo de los pobres.

Un compromiso que no consista solo en hacer y dar, sino en darse, poner nuestra vida al servicio de los demás, para que nuestra acción no sea un profetismo de salón: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. Haced, pues, y observad todo lo que dicen, pero no imitéis su conducta, porque dicen y no hacen… el mayor entre vosotros, será vuestro servidor…» (Mt. 23). Hemos de pasar de un pensamiento comprometido a una vida comprometida, a poner en sintonía lo que pensamos, decimos y hacemos. Nuestra vida debe expresar con humildad y fraternidad nuestro compromiso como respuesta agradecida a Dios para crear esperanza, un compromiso que exprese la fuerza samaritana de lo colectivo y sea significativo de un actuar sanador que surja del amor fraterno, como dice el papa Francisco: «El amor fraterno solo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga…»
(LS 228).

Referencias

1º Mayo 2022 • Manifiesto y convocatorias de Iglesia por el Trabajo Decente.
Cobertura especial en Noticias Obreras.

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