Doctrina Social de la Iglesia: La perla por descubrir

La furibunda reacción de parte de la derecha, ante las propuestas del papa Francisco sobre el salario universal y el reparto de la jornada laboral, llama la atención. Más que nada, porque simplemente actualiza y desarrolla el pensamiento social que la Iglesia ha desarrollado desde hace siglos.

«Y, a veces, cuando los Papas, sea yo, o Benedicto, o Juan Pablo II decimos alguna cosa, hay gente que se extraña, ¿de dónde saca esto? Es la doctrina tradicional de la Iglesia», comentaba Francisco, en su mensaje en el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares, donde hizo sus propuestas.

Igual de descolocados debieron quedarse al leer, si es que lo hicieron y si no, están a tiempo, a Juan Pablo II, en Laborem exercens, cuando hablaba del método de la «huelga», es decir, «del bloqueo del trabajo, como de una especie de ultimátum dirigido a los órganos competentes y sobre todo a los empresarios (…) un método reconocido por la doctrina social católica como legítimo en las debidas condiciones y en los justos límites».

Hace 120 años, en 1891, León XIII, en Rerum novarum, carta pontificia considerada como el principio del pensamiento social cristiano moderno, escribió: «Tengan presente, los ricos y los patronos, que oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo».

Desde hace décadas, la Doctrina Social de la Iglesia, por boca de los Papas, nos ilumina sobre la sociedad actual a la luz del Evangelio. Inevitablemente, hunde sus raíces en la Palabra de Dios, en el anuncio del Reino de Jesús y en la experiencia y testimonio de las primeras comunidades cristianas.

De hecho, forma parte esencial de la evangelización, ya que el mensaje cristiano solo se hace creíble si se traduce en hechos. Persigue orientar la conducta de las personas y, como consecuencia, promueve el compromiso por la justicia.

Sin embargo, una mayoría de cristianos, aun los más practicantes, desconocen este tesoro de la Iglesia. «Me entristece cuando algunos hermanos de la Iglesia se incomodan si recordamos estas orientaciones que pertenecen a toda la tradición de la Iglesia. Pero el Papa no puede dejar de recordar esta doctrina, aunque muchas veces le moleste a la gente, porque lo que está en juego no es el Papa sino el Evangelio», recordaba Francisco.

Reflexión: Ha llovido mucho y la Iglesia se ha mojado

Sería 1990 cuando Vicente Nieto, consiliario en mi equipo de JOC, me regaló un libro sobre la Doctrina Social de la Iglesia (DSI). Fue un descubrimiento entusiasmante. Los Papas diciendo a los obreros que sus reivindicaciones son justas y el Padre las quiere. Diciéndoles que los sindicatos son la mejor expresión de la búsqueda de unas condiciones de vida dignas y de una sociedad mejor.

Mis creencias no han sido nunca un obstáculo para mis compañeros de trabajo y del comité de empresa. Hablar con la DSI como «diccionario de bolsillo» ha creado un terreno común desde el que actuar.

Pero, debía ir mucho más allá de utilizar la DSI para que me diesen la razón a mí o mi organización sobre la idoneidad o no de las leyes y medidas concretas. He ido comprendiendo que el sufrimiento del mundo obrero es sentido por el Padre y que Él nos envía a aliviarlo; en el frente político, en el judicial y en el fraterno.

En la pasada celebración de Jueves Santo, en «la Resu», una mujer compartía apenada como su empresa la había despedido para obtener más beneficios y cómo debía aceptarlo cristianamente con resignación. Habíamos leído: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus quejas contra los opresores, me he fijado en sus sufrimientos». No, el Padre no invita a la resignación ante las injusticias.

Desde León XIII, las justas reivindicaciones del mundo obrero impregnan la enseñanza de la Iglesia, aunque no tanto las enseñanzas desde las iglesias. Colaboremos también a que los contenidos de la DSI lleguen a nuestras parroquias y organizaciones hermanas. Que nadie tratado injustamente en el trabajo piense nunca que esa situación le es agradable a Dios.

Referencias

Francisco pide un salario universal para acceder a «los más elementales bienes de la vida» y la reducción de la jornada laboral para crear trabajo. 
La dignidad de la persona y el bien común.

Llévatelo y comparte

Esta sección también la tienes en documento pdf e imagen png para que la puedas descargar, imprimir, compartir…

 

Publicaciones relacionadas

Comienza escribiendo tu búsqueda y pulsa enter para buscar. Presiona ESC para cancelar.

Volver arriba