Juventud precaria

A sus veintidós años ya ha experimentado que trabajar no siempre dignifica. Y es que no ha conocido aún un empleo decente. Camarero, captador de socios, encuestador… Trabajos con un barniz basura de legalidad para tapar su inmoralidad. Su último contrato fue mercantil y su relación laboral duró tres días. Aceptó porque necesita ganar un sueldo y sentirse útil. Las necesidades del «precariado» sustentan esta economía asesina. Cuando alza su mirada e intenta intuir su futuro, ve cómo este empleo precario reinante derriba muchos de sus proyectos. Y es que el mercado de trabajo hoy no es país para jóvenes. No pierde la esperanza. Él tiene una fe convulsa, cree y cree que no cree. Pero sabe, por las personas militantes cristianas que lo rodean, que el Dios de Jesucristo siempre está al lado de las víctimas. En momentos de adversidad agarra con fuerza el crucifijo de madera que lo acompaña en su increencia. Es el Cristo que en silencio lo sostiene en su precariedad, el que le hace descubrir que, o salimos todos o no sale nadie. No podemos mirar hacia otro lado.

¡Ahora más que nunca, trabajo decente!

Ora et labora

Vivimos a un ritmo acelerado. La reflexión, la interiorización y la oración requieren de silencio y pausa. Abre una brecha en tu ir y venir, siéntate y vuelve a leer el texto. Este joven te habla a ti. Puedes ser tú o cualquier persona de tu entorno. ¿Cuántos hombres y mujeres jóvenes tienen una vida y un futuro precario? Condenados a buscarse la vida. El empleo que encuentran, cuando lo encuentran, es precario, sin derechos, sin estabilidad, sin remuneración justa… Probablemente no conocen ni conocerán otro tipo de trabajo. ¿Este es el mundo que hemos construido?

El Papa nos dice en la Fratelli tutti, 67: «Esta parábola es un icono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele. Ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano. Toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino…». Y tú, ante tanta precariedad y exclusión, ¿qué opción vital has tomado? 

Llévatelo y comparte

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