Desde que llegó a España en 2006, Baudouin Basse no ha parado de dar vueltas en busca de empleo. Tantas que ha saltado la frontera y ahora vive, con su familia, en Francia.
En la parroquia de Nuestra Señora de la Paz de Parla (diócesis de Getafe) entró en contacto con la HOAC a la que sigue vinculado. Tras haber sido voluntario, fue empleado para hacer sustituciones puntuales en una residencia de ancianos, hasta que el título obtenido en un curso, dejó de ser válido.
Se pasó a la hostelería y estuvo un tiempo trabajando sin contrato en un restaurante, antes de firmar uno indefinido. Al año, le propusieron la media jornada en los papeles y la jornada sin fin en la realidad. Su negativa a aceptar el cambio, supuso el despido.
Volvió a encontrar empleo, esta vez, en el cuidado de un anciano enfermo. Fue un buen año, se sentía querido y juzgaba buenas sus condiciones laborales, pero se acabó cuando se extinguió la vida del anciano.
Hizo otro curso de geriatría, para tener un título oficial. Con él en la mano, volvió a donde empezó: a la residencia en la que había estado trabajando. De nuevo, fue contratado para cubrir las bajas del turno de noche.
Otros compañeros y compañeras accedieron a un contrato fijo que a él no le ofrecían. Se le ocurrió sugerir una mejora laboral y se encontró en la calle, durante el permiso de paternidad por el nacimiento de su segundo hijo. Reclamó y fue readmitido. Al incorporarse la persona sustituida, ya no volvieron llamarle.
De vuelta al desempleo, se convenció de que, siendo inmigrante y con su color de piel, no iba a cumplir su sueño de tener empleo decente en España. Reinició la búsqueda de trabajo, pero en Francia.
Hace unos meses, fue admitido como técnico de aire acondicionado y calefacción en la empresa donde trabajó su padre.
En la actualidad, vive en París, con su mujer y sus dos hijos. Es difícil saber cuántas más vueltas le quedan por dar.
Discernimiento
«La Iglesia defiende el derecho a emigrar. Toda persona tiene derecho a salir de su tierra y buscar fuera un porvenir mejor». La Iglesia en España y los inmigrantes, 5. Conferencia Episcopal Española.
«La emigración por motivo de trabajo no puede convertirse de ninguna manera en ocasión de explotación económica o social (…). Con mayor razón no puede ser explotada una situación de debilidad en que se encuentra el emigrado». Laborem exercens, 23. San Juan Pablo II.
«Es deber de todos, y especialmente de los cristianos, trabajar con energía para instaurar la fraternidad universal, base indispensable de una justicia auténtica y condición de una paz duradera. No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres [y mujeres]» Octogesima adveniens, 17. Pablo VI.
Actúa y transforma
¿Qué debemos cambiar o reforzar en nuestras comunidades para que se respeten los derechos de las personas migrantes y para establecer relaciones realmente fraternas?
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