Carmen León, cristiana feminista

Hablar de esta veterana militante de la HOAC de Córdoba, es hablar de la lucha de las mujeres de la clase trabajadora. De la lucha por la igualdad y de la lucha contra la violencia machista.

Es en ese ámbito donde siempre ha enmarcado su compromiso y su quehacer, desde que en los años 70 empezara a colaborar en los centros de promoción de la mujer de la Acción Católica. De ahí, buscando algo «que diera respuesta a sus inquietudes», llegó a la HOAC, en 1990.

Aunque es maestra por formación, Carmen eligió, con el apoyo de su marido Pepe, no ejercer y dedicarse a su familia y a su compromiso apostólico. Tuvieron cuatro hijos, una de ellos con una enfermedad que la hacía totalmente dependiente y a la que Carmen cuidó hasta que falleció en 1998.

También cuidó a su madre, que pasó 13 años en silla de ruedas. Y después, a Pepe, hasta que enviudó. «He estado de cuidadora toda mi vida. Por eso, para mí, es uno de los caballos de batalla en mi lucha, visibilizar el trabajo de cuidados y darle la importancia que tienen», explica, añadiendo que es un trabajo que «si lo vives bien, humaniza muchísimo».

En aquellos primeros años, Carmen colaboró en la puesta en marcha de la vocalía de la mujer de su asociación vecinal. Después se implicó en IU y fue la coordinadora local del Área de la Mujer. Más tarde llegaría la Plataforma Cordobesa contra la Violencia a las Mujeres, cuya portavocía ejerció durante 10 años, un periodo de trabajo intenso de acompañamiento a las mujeres víctimas de la violencia. «Cuando te acercas a su sufrimiento es cuando se te revuelven las tripas y sacas más fuerza para luchar», dice.

En estos años, su equipo de la HOAC ha sido el espacio en el que ha fortalecido su fe y, por tanto, su compromiso. «Lo más importante en mi vida es la fe y lo que le da sentido. Me siento por ello muy afortunada», añade.

A sus 72 años, esta «cristiana, feminista y de izquierdas», continúa entregada en cuerpo y alma a esta lucha. También acompaña a un grupo de iniciación en Badajoz, hasta donde viaja cada lunes. Y sigue cuidando, a sus hijos y a sus cinco nietos, o como ella dice «a sus cinco quitapenas».