
Que mi cólera sea también amor al enemigo; al pobre, al desgraciado sembrador de injusticias, al que ha derribado Tu altar y en su lugar ha fundido un ídolo de oro. ¡Dios! ¡Apiádate de él y, por su bien, ilumínale! ¡Qué te conozca! Que mi cólera no sea contra los hombres, sino contra su mal. Que no sea odio (Rovirosa, OC. TV, pág. 480).
7º Domingo TO_compressed
■ Accede a más oraciones aquí.