Dios no quiere que pasemos nuestra vida mirándole a él, de espaldas a la realidad y a nuestras hermanas y hermanos. Dios quiere que, experimentando su amor cada día, nos dejemos conducir por su Espíritu, y así poder amar como él ama, a quienes él ama.
Quiere que viviendo en su amor nuestra vida esté orientada al amor hacia los demás, y que guiados por su Espíritu podamos recorrer sendas que construyen en el amor la fraternidad y la amistad social que el mundo necesita vivir.
6º Domingo Pascua