Amar como él nos ha amado es la única posibilidad de ser reconocidos como discípulos suyos, la única posibilidad de ser discípulos y seguirle. Y para poder amar así necesitamos la Gracia. Necesitamos acoger su amor en nuestra vida y hacer de este mandamiento nuevo la norma de nuestra existencia personal, y de la vida social. Amarnos desde la vivencia de la pobreza, la humildad y el sacrificio que son manifestaciones de ese amor que construye la fraternidad.
5º Domingo de Pascua