El mensaje de Pascua no consiste solo en afirmar que Jesús es el Viviente, que ha vencido a la muerte. Además de eso, los relatos de las apariciones dejan muy claro que Jesús Resucitado es el mismo Crucificado. Por eso, precisamente, después de la Resurrección es cuando aparece y se muestra más humano que nunca.
Sentarnos a la mesa fraterna de la Eucaristía a la que el resucitado invita nos hace conscientes de la dimensión comunitaria como algo central en el seguimiento del Señor. Se descubre al Resucitado cuando le buscamos junto a otros y otras hermanas, cuando vamos haciendo camino de seguimiento juntos hacia el sueño de la fraternidad.