En el marco del 75 aniversario del nacimiento de la HOAC, la diócesis de Barcelona i Sant Feliu ha dedicado su retiro de Cuaresma, que culminó, con la celebración de la Eucaristía, a ahondar en el proceso de conversión de Guillermo Rovirosa, primer militante de la HOAC, verdadero apóstol del mundo obrero.

De manera semipresencial, unas personas desde sus hogares y otras en el claustro de Sant Pau del Camp de Barcelona, integrantes de la HOAC diocesana, amigos y simpatizantes, incluida la presidenta de la ACO, María Martínez Rojas, y el responsable de Formación de la HOAC, Berchmans Garrido, siguieron la ponencia sobre “Los rasgos principales de la conversión de Guillem Rovirosa i Albet”, de Miguel Ángel Hernández Silva.

Los y las asistentes pudieron escuchar como el encuentro con Jesucristo, la fe, marcó definitivamente a Guillermo. Su conversión a Cristo llevaba el germen de una segunda conversión: la conversión a los pobres que más tarde se concretaría en la conversión al mundo obrero. También esta conversión siguió un proceso lento de maduración que culminó en su entrega a la puesta en marcha de la HOAC.

Personalización de la fe

De hecho es la personalización de Cristo, experimentado por Guillermo en su conversión, es su propuesta clave. Rovirosa se cuestionaba sobre la conciencia del amor de Dios a cada criatura, y no la idea personal, ni las nociones sobre Dios, por lo que la cuestión a responder es por cada cual es “si experimentas la inmensidad de su amor entrañable que le lleva a ofrecerse por ti; si eres consciente de esta ofrenda continua de Dios por ti. Y si no es así eres, ¿qué lo obstaculiza?”

Durante su estancia en prisión, Guillermo Rovirosa pudo experimentar la tragedia de la condición obrera y de la militancia obrera. Allí comprendió plenamente lo que debía ser el apostolado obrero. El triste destino de aquellos militantes obreros, honrados a carta cabal, fue el impulso decisivo de su conversión a la clase obrera y el movimiento obrero. En la cárcel hizo amistad con algunos militantes que no lo olvidaron nunca y que más tarde engrosaron las filas de la HOAC.

Evangelio y mundo obrero

Que Rovirosa decidiera “hacerse un especialista en Cristo” no tendría más trascendencia, si no hubiera sido por la forma en que lo hizo. Lo verdaderamente importante es que descubrió el rostro de Cristo en el rostro de las gentes explotadas y empobrecidas; unió la causa de Jesús y de su Iglesia a la causa del mundo obrero; renunció a todo lo que no estuviera orientado a anunciar el Evangelio en el mundo obrero.

Rovirosa experimentó el encuentro personal con Jesucristo que vive resucitado en su Iglesia. Desde allí se plantea su vida. Esto es la conversión. Un proceso que se inicia un día y que no puede terminar nunca. Este gozo del hallazgo del tesoro escondido prende en él y no desea otra cosa que ayudar a que otros, hombres y mujeres trabajadoras, lo encuentren y se comprometan en la transformación de la realidad de injusticias que ha sufrido y sufrimos el mundo obrero.