Hay que buscar primero, el Reino de Dios y su justicia, esforzándonos para que ese Reino llegue y para que la voluntad de Dios se haga, así en la Tierra como en el Cielo. Entonces hay paz, bienestar, alegría… no como un regalo suplementario al Reino de Dios, sino como algo que le está unido intrínsecamente. Verdaderamente esto es hacer la revolución de los Hijos de Dios (Rovirosa, OC. T.III. 545).
17º Domingo TO