Francisco Porcar | Es muy recomendable la lectura del documento El futuro del trabajo. Informe inicial para la Comisión Mundial sobre el Futuro del Trabajo, que es el punto de partida de la Comisión creada en el seno de la Organización Internacional del Trabajo (ver Noticias Obreras, nº 1.599, p. 27). Son algo más de 50 páginas que ofrecen una aproximación muy interesante a la situación del trabajo en el mundo, como base para acotar las necesidades, desafíos y oportunidades para el futuro del trabajo, con la pretensión de ayudar a diseñar políticas que construyan justicia social, desde una clave que es esencial para la OIT: «el trabajo no es una mercancía». La Comisión presentará sus conclusiones en 2019, coincidiendo con el centenario de la creación de la OIT. Como señala el Director General de la OIT, Guy Ryder, «la preocupación por el crecimiento económico y el progreso humano aumentan conforme se extiende la desigualdad, la inseguridad y la exclusión que ponen en peligro vidas y medios de subsistencia». Es mucho lo que está en juego con respecto a la consecución de la justicia social.

El Informe está organizado en cinco capítulos. En el primero se ofrece una visión global de la actual situación del mundo del trabajo. En el segundo se valora el significado del trabajo para las personas y para la sociedad. En el tercero se consideran la tecnología, la demografía, la globalización y el cambio climático como factores decisivos en el mundo del trabajo. En el cuarto se aborda la actual organización del trabajo y de la producción. Y en el quinto la regulación del trabajo y las políticas laborales.

Algunas consideraciones del trabajo que merecen ser destacadas:

1. El desempleo es muy elevado: 200 millones de personas, de los que más de 70 tienen entre 15 y 24 años.

2. Existe un enorme déficit de trabajo decente entre quienes tienen empleo: los empleos son cada vez en peores condiciones y se extienden los empleos extremadamente precarios.

3. La desigualdad de ingresos es muy elevada en la mayoría de los países: «la creciente desigualdad se está convirtiendo en una de las principales características actuales del mundo del trabajo».

4. El crecimiento de la productividad laboral ha superado al aumento de los salarios reales en casi todos los años entre 2006 y 2015. Los beneficios del trabajo son apropiados cada vez más por el capital y por los que tienen más ingresos.

5. La forma de abordar el uso de la tecnología, la evolución demográfica (envejecimiento creciente en unos países y población cada vez más joven en otros), la globalización y el cambio climático, son esenciales para el futuro del trabajo.

6. Es necesario dar visibilidad al trabajo «invisible», pues «muchas formas de actividad humana con valor económico y social no están reconocidas como trabajo», especialmente las actividades no remuneradas relacionadas con la prestación de cuidados y el trabajo doméstico.

7. La seguridad y salud en el trabajo son un desafío central: más de 7.600 personas mueren cada día (2,7 millones al año) como resultado de lesiones y enfermedades relacionadas con el trabajo.

8. Como lo son los riesgos psicosociales vinculados a la creciente inseguridad en el empleo.

9. Es necesario abordar con más profundidad la relación entre trabajo y familia.

10. Es fundamental abordar la protección social universal y el debate sobre la renta básica.

11. Hay que abordar la formalización de los empleos informales (que es la situación de gran parte de los trabajadores en muchos países), la diversificación de las relaciones laborales en formas «atípicas» de empleo muy precarizadas, y la situación de las cadenas de suministro de las grandes empresas multinacionales.

12. Se han producido cambios radicales en la función que cumplen los convenios colectivos. El alcance de la negociación colectiva ha retrocedido en muchos países. Para el futuro del diálogo social y de la justicia es necesario un nuevo consenso sobre la regulación del trabajo a nivel mundial.