Mª Carmen Lecesma Chamorro (JEC) • Hace unas semanas escuchábamos la noticia de un niño de once años que, tras el sufrimiento que estaba viviendo en el colegio, decidió terminar con su vida. Cuando lees o escuchas una noticia así no puedes evitar que el corazón se te encoja. ¿Cómo es posible que un niño y, sobre todo, de esa edad, llegue hasta ese extremo?

Como joven, estudiante y maestra me preocupa que estas situaciones sigan ocurriendo en la realidad y cada vez con mayor frecuencia.

Al escuchar esta noticia me surge la inquietud de buscar respuestas. ¿Cómo es posible que nadie se dé cuenta? Y en el caso de ver esas injusticias, ¿cómo es posible que nadie haga nada para parar esa situación?

El acoso no es un problema de hace poco tiempo, pero según diferentes estudios en los últimos años se ha ido intensificado. Pero, ¿qué entendemos por acoso o “bullying”? Cuando nos referimos al acoso no solamente es físico sino también verbal, psicológico, sexual y social. Además, en la actualidad podríamos decir que existen más medios que facilitan que estos sucesos ocurran con mayor frecuencia, como por ejemplo las redes sociales.

Los padres de Diego muestran la carta de su hijo| JAVIER BARBANCHO El Mundo.

Cuando hablamos de una víctima de acoso, podemos decir que es doblemente víctima, por un lado por el propio acosador, y por el otro por aquellas personas de su alrededor que no hacen nada (padres, profesores, compañeros) y que consideran que estos actos son cosas de niños. Pero, ¿qué podemos hacer? Debemos tener claro que esto es una colaboración entre todos (comunidad educativa) y que es necesario poner los mecanismos precisos para evitar estas situaciones. Pero también creo que los padres juegan un papel muy importante en este aspecto, ya que la mayoría de los hijos siguen los pasos de sus padres y adoptan el mismo comportamiento que éstos.  Por ello, es un tema sobre el que educar como otros que consideramos normales en la vida, como por ejemplo seguir unas normas de comportamiento.

Analizar muchas de estas noticias y descubrir que muchas veces no se ponen mecanismos para evitarlos, que incluso muchas veces hacemos oídos sordos y miramos hacia otro lado, es doloroso y preocupante. Para ello, todos los representantes políticos y, sobre todo, la comunidad educativa deben poner medios concretos para evitar estas situaciones. Y en el caso de que una persona descubra una situación de acoso, es importante que lo denuncie ya sea a los padres o a los docentes para que puedan atajar el problema desde la raíz. Creo que ante este problema no debemos ser pasivos y que todos los miembros de la comunidad educativa deberían ponerse manos a la obra para evitar que estas situaciones lleguen a darse.

Desde Juventud Estudiante Católica (JEC) de España nos duele y nos preocupan estas realidades, no solo como jóvenes sino también como creyentes. Por eso, cada año presentamos campañas con un tema concreto que como jóvenes nos afecta y que sirve como herramienta para hacer incidencia en los ámbitos en que nos movemos, de cara a transformar las realidades de injusticia. Este año la campaña de secundaria se llama ¿Injusto y a gusto? y se centra en trabajar las injusticias que un estudiante se encuentra dentro del aula. Estos estudiantes hacen un análisis de la realidad que le rodea dentro de sus aulas a través de diferentes dinámicas para luego analizarlas en sus grupos de revisión de vida (VER).

Este año, concretamente, se reunirán durante la Semana Santa en Ávila, donde jóvenes de todas partes de España que han hecho ese análisis compartirán sus experiencia y comenzarán a juzgar esa realidad teniendo en el centro las claves evangélicas (JUZGAR). En ese mismo encuentro, ellos plantearán objetivos y medios concretos para llevarlos a cabo en sus realidades (ACTUAR), siendo partícipes y protagonistas del cambio que queremos impulsar en el mundo educativo.

 “Chicos y chicas, por favor, no se metan en la cola de la historia. ¡Sean protagonistas! ¡Jueguen para adelante! ¡Pateen adelante! ¡Construyan un mundo mejor!¡Un mundo de hermanos, de justicia, de amor, de paz, de fraternidad, de solidaridad!” (Vigilia JMJ Rio 2013. Papa Francisco).