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Mamá está cansada

04 noviembre 2015 | Por

Mamá está cansada

Ester Calderón Gambín  | Escuchar su historia, te desgarra. Por ella y porque representa otras vidas, la de quienes tienen un sueño que parece inalcanzable, un trabajo digno. Yolanda García nació hace 43 años en Albacete, en el seno de una familia humilde. Su pasión era escribir y quería estudiar Periodismo, pero sus padres no disponían de muchos recursos y consideraban que la Universidad le correspondía a su hermano por ser varón. Finalmente, se decantó por Magisterio porque vio en la educación, como afirma Mandela, un arma poderosa para cambiar el mundo. Divorciada hace tres años, tiene una hija y un hijo, “sin duda, lo mejor que me ha pasado en la vida”.

¿En qué situación laboral te encuentras?

Me duele responderlo, ya que estoy desempleada desde hace dos años y diez meses, algo que se ha convertido en un estigma, pues comencé con 14 años y siempre fui autosuficiente. He opositado este verano en Madrid y Andalucía y, en ambas, me han relegado al final de una larga lista, sin oportunidad alguna de trabajar. En Madrid porque no se valora la experiencia y en Andalucía porque se prima la solo la realizada en su comunidad.

¿En qué condiciones trabajaste como interina?

Cuando me presenté a las oposiciones por primera vez, superé solo la mitad del proceso, pero me llamaron para cubrir bajas. Luego las aprobé hasta en cuatro ocasiones, pero como tenía poca experiencia, no obtuve plaza fija. Esto conlleva un salario inferior, no cobrar en verano, ni pagas extra y una inestabilidad laboral que te lleva a un nuevo centro para 15 días, una semana, un mes…

He ocupado puestos de difícil desempeño, con un alumnado procedente de familias desestructuradas, con serias dificultades académicas. Aunque no fue fácil, no me rendí, sino que entendí que debía formarme y continué estudiando dos magisterios más, un grado y un máster en coaching educativo. Ser interina ha condicionado mi vida, decisiones como cuándo tener hijos y dónde vivir o no poder compartir momentos familiares importantes por estar estudiando.

¿Qué ha sido lo más difícil de estar en desempleo?

Levantarme cada mañana y no tener un lugar al que ir a trabajar. Me siento inútil, incapaz de cuidar plenamente de mis hijos. El miedo, la inseguridad, la ansiedad, la vergüenza, se apoderan de ti. Buscar trabajo día tras día es duro, tengo mucho que aportar, pero no me dan la oportunidad de demostrarlo en un aula. La consecuencia es una profunda depresión y que empiezo a rendirme tras nueve meses sin cobrar subsidio alguno.

¿Y para tu hija y tu hijo?

Perciben que mamá está cansada, siempre encerrada estudiando o buscando empleo. Se contagian de mi tristeza y desesperanza. Mi hija, que me ha visto llorar muchas veces, se enfada porque no entiende que le siga repitiendo que el esfuerzo te ayuda a lograr tus metas. Este año me han visto ingresar en urgencias en varias ocasiones por problemas de salud derivados la depresión.

¿Algún gesto o experiencia que te haya reconfortado?

Conocer en primera persona a dos colectivos. Por un lado, los preferentistas, la mayoría gente muy mayor, casi siempre humilde, que no pudo estudiar y que, tras décadas de trabajo, ha sufrido una estafa terrible. No han cesado en su lucha, han tenido que aprender conceptos económicos y judiciales imposibles para batallar contra Goliat, cuando deberían estar disfrutando de sus jubilaciones. También la lucha dantesca de los afectados por hepatitis, encerrados en los hospitales como el Doce de Octubre o el Severo Ochoa, suplicando medicamentos en un país desarrollado y con recursos.

¿Cómo se despertó tu interés por lo político?

Siempre me molestó la frase que se repetía en casa: “no me interesa la política”. Considero que vivimos en un sistema en el que elegimos a quienes han de ser nuestros representantes para gestionar el dinero público. Es cierto que no me sentía afín a ningún partido porque tenían como nexo común las mentiras, las promesas electorales incumplidas y la corrupción, pero el 15-M llamó poderosamente mi atención. Ahí comencé a conocer a gente inconformista con ganas de cambiar muchas cosas. Apoyé mareas, manifestaciones, recogidas de firmas, protestas contra desahucios, e incluso encabecé una candidatura municipal que se disolvió días antes de comenzar la campaña.

¿En qué se ha traducido?

En el apoyo incondicional a cualquier grupo, marea, asociación o movimiento ciudadano que luche contra las injusticias cometidas desde las más altas estancias por unos gobernantes alejados del pueblo y del concepto de democracia. He sentido una tremenda decepción al conocer a gente que lleva años en política y que está dispuesta a anteponer egos y luchas personales para llegar al ansiado sillón, sin importarle lo más mínimo los problemas sociales.

En concreto, participo en la asociación sin ánimo de lucro Víctimas del Paro, que propone un pacto social para buscar soluciones al mayor problema que hay actualmente en España. Somos más de 5 millones de personas desempleadas, 3 millones sin cobrar nada. Que haya 10 suicidios al día, muchos por problemas económicos, se merece soluciones urgentes.

Queremos ser la asociación de los desempleados, especialmente de quienes no cobran nada, de esos 700.000 hogares sin ingresos. También la de trabajadores precarios, la de españoles que han tenido que emigrar por la falta de empleo, la de esos jubilados sin pensiones dignas. Queremos conseguir que todas las personas tengan un trabajo o un salario solidario, por tiempo ilimitado, mientras no tengan empleo.

¿Cómo fue tu paso por la Comisión del Congreso representando a la asociación Víctimas del Paro?

Decepcionante, lamentable, ridículo, esperpéntico, pero en gran medida, esperado. Algunos grupos ni acudieron, otros, como el PP, se apuntaron a última hora movidos porque el PSOE confirmó su asistencia. Pretendíamos presentar nuestras propuestas y crear un grupo de trabajo conjunto donde los protagonistas directos de este drama tuviésemos voz. Pero no les interesaba en absoluto, la mayoría se mostró distante, más dispuesta a darnos un mitin sobre lo mucho que están haciendo que a escucharnos. Me quedó claro que los políticos están muy lejos de la ciudadanía y de nuestros problemas. Demasiada soberbia, indiferencia, desinterés y ninguna empatía.

¿Cómo consideras que se puede ayudar a las personas en desempleo? ¿En qué pueden contribuir los sindicatos? ¿Y los partidos?

Los sindicatos son para mí algo valioso, pero no estos actuales, financiados con dinero público, salpicados de corrupción y encasillados en no morder la mano de quien les da de comer. Deberían ser la voz de las personas trabajadoras y desempleadas, absolutamente independientes de los poderes públicos y fieles a unos objetivos y principios invulnerables.

Los partidos políticos, sean de las siglas que sean, deberían ponerse de acuerdo ante situaciones dramáticas como la del desempleo. Promover el empleo, planes de formación e inserción, evitar los desahucios, acercar el SMI a la media europea, una renta mínima y una protección a las familias, especialmente a los niños y niñas que no están siendo bien alimentados o que no pueden comprar el material escolar.

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