Convocados por diversas delegaciones diocesanas, el Secretariado de Pastoral Obrera, Manos Unidas y Movimientos de Acción Católica, entre ellos la HOAC de Córdoba, más de trescientas personas se congregaron en la Plaza de las Tendillas, para orar y denunciar la pobreza y exclusión social.

Tras la lectura de un comunicado, los concentrados fueron en marcha hasta la Iglesia de San Pablo, donde se celebró la Eucaristía, presidida por Antonio Caballero, Consiliario de Pastoral Obrera y concelebrada por otros diez sacerdotes. En la acción de gracias se leyó una reflexión que invitaba a cambiar nuestro estilo de vida y estar más comprometidos con las personas que sufre la pobreza. La colecta se destinó a beneficio de Cáritas diocesana y Manos Unidas.

Comunicado leído durante la concentración

IGLESIA POR LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA Y LA EXCLUSIÓN

El 17 de octubre se celebra el día internacional por la erradicación de la pobreza. Unarealidad que como Iglesia, servidora de los pobres, no nos deja indiferentes y nos interpela con fuerza. La pobreza y exclusión de seres humanos es la mayor negación del Dios de la Misericordia y de la Compasión. Por ello, la misión evangelizadora de todala comunidad eclesial tiene el reto irrenunciable de colaborar aerradicar esta pobreza y la exclusión de personas que conlleva. Eso supone que no podemos solo conformarnos con atender solidariamente a las víctimas de esta economía asesina sino que nuestro objetivo ha de ser también “vencer las causas estructurales de las desigualdades y de la pobreza”, como pide el papa Francisco (Discurso a la Plenaria del Pontifico Consejo “Justitia et Pax” 2014).

No podemos construir un modelo social y de convivencia donde demos por sentado que 1300 millones de personas vivan en situación de pobreza en el mundo, con menos de un dólar al día,y que en nuestros países llamados desarrollados hayasectores importantes de la población que vivan irremediablemente por debajo de los umbrales de pobreza. Esta es la dolorosa realidad de muchas familias que nos rodean y que se enfrentan día a día a la falta de medios económicos y culturales, al desempleo,a la merma de derechos sociales y de suministros mínimos vitales.Muchas de ellas sobreviven en “barrios ignorados” en los que la exclusión y la marginalidad las hemos convertido en un mal endémico. Ni humana ni cristianamente podemos aceptar esto.

Nuestra fe nos lleva a encontrarnos con Cristo en sus vidas. Unas vidas que nos conmueven y nos llaman a la conversión. “Os lo aseguro que cuando lo hicisteis con uno de esos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). A los cristianos la pobreza y la exclusión no nos puede dejar mirar para otro lado.Es, por tanto, tiempo de conversión. Tiempo de oración, de compromiso y de denuncia. Hora de desarrollar estilos de vida solidarios con las víctimas, de extender una mentalidad que rompa la indiferencia y nos haga responsables de los otros, y de comprometernos y colaborar, desde nuestra identidad y misión, a construir un proyecto político y económico que ponga a las personas, especialmente a las más empobrecidas, en el centro de la vida social.

En este mes de octubre también se ha celebrado el día 7 de octubre la jornada mundial por el trabajo decente. La Iglesia somos conscientes de la importancia que tiene el trabajo con derechos y a la altura del ser humano para contribuir a erradicar la pobreza  e  integrar  socialmente  a  las  personas.  Es  por  ello  urgente  crear  las condiciones políticas, jurídicas y económicas para que el trabajo decente sea la expresión de una sociedad justa que respete la dignidad sagrada de los hijos e hijas de Dios.

Que resuenen en nuestro corazón las palabras del Eclesiástico: “…los gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan; no ceja hasta que Dios le atiende, y el juez justo le hace justicia.” (Eclo 35, 17-18)

Córdoba, 16 de octubre de 2015

Delegaciones Diocesanas de Córdoba: Apostolado Seglar, Acción Caritativa y social y Migraciones; Secretariado de Pastoral Obrera; Manos Unidas; Movimientos de AC.