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Cristianos en Palestina: Una minoría olvidada que grita esperanza

01 julio 2013 | Por

Cristianos en Palestina: Una minoría olvidada que grita esperanza

No es fácil hacerse oír en medio del largo conflicto de Oriente Medio. Menos aún cuando se está en minoría. Sin embargo, el movimiento Kairos Palestina ha logrado en sus tres años y medio de existencia abrir una grieta en el muro de silencio sobre los cristianos árabes de los territorios ocupados.

El heterogéneo grupo formado por laicos, pastores, sacerdotes, incluidos un obispo griego ortodoxo y el patriarca católico emérito de Jerusalén, logró la adhesión de las trece denominaciones oficialmente reconocidas como iglesias de la ciudad santa al manifiesto «Un momento de Verdad. Una Palabra de Fe, Esperanza y Amor desde el corazón del sufrimiento palestino», que consensuaron durante año y medio. En diciembre de 2009, en Belén, ante líderes religiosos cristianos, musulmanes y judíos, dieron a conocer su llamamiento.

El documento habla abiertamente de «la ocupación israelí», denuncian la existencia del «muro de separación que ha sido construido sobre las tierras palestinas (…) y que ha convertido nuestras ciudades y nuestros pueblos en prisiones»; «la libertad de acceso a los lugares santos»; o el padecimiento de «una injusticia histórica» y de una actual «discriminación» hacia los palestinos.

María Landi, activista por los derechos humanos, ha tenido la oportunidad de conocer de cerca el esfuerzo de este colectivo de cristianos. Su estancia de varios meses, en Cisjordania en los últimos dos años, primero de la mano del Programa Ecuménico de Acompañamiento en Palestina e Israel (Ecumenical Accompaniment Programme in Palestine and Israel, EAPPI, por sus siglas en inglés) y después con el Equipo Cristiano de Constructores de Paz (Christian Peacemakers Teams, CPT) y el Servicio Internacional de Mujeres de Paz (International Women’s Peace Service, IWPS) le condujo hasta Kairos Palestina, donde colaboró como voluntaria. Según sus declaraciones, «la idea tan extendida de que la minoría cristiana de Palestina está amenaza por el islamismo no es cierta. Los cristianos palestinos se sienten perseguidos por la política del Estado de Israel; sufren como el resto de la población la brutalidad de un régimen colonial, que practica un apartheid silencioso pero constante».

Por lo que ha podido vivir, gracias entre otras cosas a su paso por uno de los tres campos de refugiados de Belén, los miembros de Kairos con frecuencia son víctimas de «la campaña permanente de difamación de Israel» mientras que son reconocidos por los musulmanes «como una minoría religiosa, no étnica», y junto con ellos luchan por preservar los lugares santos para ambas religiones, amenazados (sobre todo en Jerusalén) por las políticas de judaización violenta, cuya intención es eliminar de la ciudad santa todo rastro de población, historia y cultura árabes (tanto musulmana como cristiana). Kairos Palestina quiere recordar a las comunidades cristianas del mundo, que existe una comunidad autóctona que se considera a sí misma heredera directa de los discípulos de Jesús de Nazaret y que está sufriendo en sus carnes las mismas calamidades que el resto de la población palestina.

Para romper el desconocimiento e incluso la complicidad con las políticas injustas que impulsa el llamado «sionismo» –entendido como proyecto político colonizador que manipula la religión judía para afirmar su dominación y expansión territorial– llaman a los cristianos de todo el mundo a «venir y ver» directamente la realidad de Palestina ocupada; exigir a Israel, como a todos los países del mundo, que respete el derecho internacional; y a usar el boicot y las sanciones económicas como medios no violentos de presionar al Estado de Israel para que ponga fin a la ocupación.

En el llamamiento –traducido a 19 idiomas, respaldado por 3.000 cristianos palestinos y 2.300 de todo el mundo y hasta el Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo Nacional de Iglesias de Estados Unidos–, se lee: «Nosotros vemos que aquello que hacen ONG civiles, palestinas e internacionales y algunas organizaciones religiosas que llaman a los individuos, a las sociedades y a los Estados a un boicot económico y comercial a los productos de la ocupación, se inserta en la lógica de la resistencia pacífica». Aclaran que su objetivo «no es vengarse de quien sea, sino poner fin al mal que existe, para liberar de ello al opresor y al oprimido». Confían en que esta medida de presión, como la que se aplicó a la Sudáfrica del apartheid, traiga la justicia y la reconciliación.

Kairos Palestina es parte del movimiento palestino pro boicot, desinversión y sanciones (BDS, por sus siglas en inglés). En 2012, la Iglesia Metodista Unida y la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos se unieron a él. También «Friends Fiduciary Corporation», que trabaja para 300 instituciones de los Cuáqueros de Estados Unidos. Pero es Sudáfrica, donde las iglesias cristianas, reunidas en el Consejo Nacional de las Iglesias que encabeza el Premio Nobel de la Paz, el arzobispo Desmond Tutú, el país que con más firmeza ha adherido al movimiento internacional de BDS, apoyado por la central sindical COSATO y el mismo partido del gobierno, el Congreso Nacional Africano.

La respuesta de los cristianos del mundo anglosajón parece más decidida que la de España y el mundo latinoamericano, quizás, en palabras de Landi, por «la barrera del idioma». «Los palestinos se comunican con el mundo en inglés y se sienten muy próximos a los movimientos de derechos civiles de Estados Unidos y a la lucha de los sudafricanos; y a la vez los latinoamericanos no tienen muchas posibilidades de entrar en contacto, por lo general, con la causa palestina», reflexiona Landi.

Por eso, una de las posibilidades de fomentar el intercambio, pasa por la visita a los Santos Lugares. Para estos cristianos, según relata María Landi, resulta incomprensible que las peregrinaciones a Tierra Santa organizadas por tantas comunidades hermanas del resto del mundo no incluyan, por lo general, una visita «a las piedras vivas del cristianismo» (es decir, las comunidades cristianas palestinas) y que se ciñan a los circuitos turísticos de las operadoras israelíes. «Hay posibilidades, los palestinos han hecho un gran esfuerzo para ofrecer visitas alternativas, que combinan los lugares tradicionales de peregrinación con encuentros con la realidad palestina actual; han creado una infraestructura de servicios propia, y un código ético para una visita responsable a Tierra Santa», dice la activista.

Para Kairos Palestina, el anuncio y la denuncia profética son parte esencial de la fe. Los propios cristianos de Tierra Santa explican que «la misión de la Iglesia es una misión profética que proclama la Palabra de Dios en el contexto local y en los acontecimientos cotidianos, con osadía, dulzura y amor por todo. Y si la Iglesia toma partido, es por el oprimido que ella toma partido. Ella permanece a su lado, como Jesús ha estado del lado del pobre y del pecador que ha llamado a la penitencia, a la vida y a volver a encontrar la dignidad que Dios le ha dado y que no es permitido a nadie de privarla de ella». Entienden que «nuestro amor es un mensaje para los musulmanes, para los judíos y para el mundo». Así, animan, a los musulmanes a «deshacerse del fanatismo y el extremismo»; a los judíos, les recuerdan que «somos capaces de organizar nuestra vida política con todas las complejidades, según la lógica y la fuerza del amor, una vez que la ocupación termine y la justicia se restablezca», y al mundo le piden que entiendan que «los musulmanes no son un objeto de combate o un lugar de terrorismo sino un objetivo de paz y de diálogo». A quienes se consideran religiosos, les insisten: «La palabra de fe dice a todos aquellos que están empeñados en la acción política: el ser humano no ha sido creado para odiar».

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