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Rovirosa: un mensaje vivo

24 febrero 2011 | Por

Rovirosa: un mensaje vivo
Por su interés, agudeza espiritual y su repercusión pastoral, reproducimos la intervención del obispo emérito de Orihuela-Alicante, Don Victorio Oliver, antiguo presidente de la Comisión de Apostolado Seglar, en la presentación de las «Obras Completas» de Guillermo Rovirosa que tuvo lugar el pasado 19 de noviembre en la Casa de la Acción Católica (Madrid).

Presentación de las Obras Completas de G. Rovirosa

Victorio Oliver | Estamos presentando las Obras completas, escritas, de Guillermo Rovirosa. En realidad, estamos presentando a un hombre, a un ingeniero electricista, a un creyente. De este hombre, ingeniero, creyente quiero hablaros. Del testimonio, que recibo de él. Un hombre es lo que escribe o dice, cuando lo que escribe o dice es reflejo de su vida y está contrastado con ella. Una constante de las manifestaciones y afirmaciones escritas o habladas de Guillermo Rovirosa es que han sido pasadas por su vida. Rezuman su vida. Saben a vida.

Acercándome a su vida y a sus escritos recibí una fuerte impresión, y la sigo recibiendo. Esa impresión es la sorpresa y profundidad; una agradable sorpresa, explicable, y una profundidad luminosa.

1.- La sorpresa de seis tomos de sus escritos. Seis tomos con un promedio de quinientas páginas cada uno. Unas tres mil páginas de su puño y letra.

2.- La sorpresa y hondura de sus análisis, vivos, nada estáticos, en desarrollo. Parece haber terminado la reflexión, pero aún falta algún aspecto nuevo. El análisis es sobre cualquier hecho de vida. Perico, su amigo, acaba de ser ordenado sacerdote. Sacerdote para servir a los obreros. Se deduce, entonces, que el obrero es el amo del sacerdote. El análisis sigue. El amo es quien necesita que le hagan las cosas y, en concreto, el amo es quien necesita que otro le limpie la porquería, dice Guillermo, que el amo vaya dejando. «Ese amo soy yo», afirma Guillermo. Sus títulos de amo: la impotencia y la porquería. Necesito a los sacerdotes. Y sigue su análisis. Soy tu amo con los mismos títulos que un niño es amo de su madre. El viraje es impresionante. Mi señorío es la pequeñez y la humildad. La humildad, virtud fecunda, enclavada en la vida de Guillermo.

¡Qué descubrimiento! La grandeza de la humildad. Dirá Guillermo a Perico: «Dios te ha hecho Cristo para que vengas a servir a los obreros. A un Ingeniero de caminos Dios lo hace Dios. A unos pobres obreros nos hace amos de Dios. ¡Con todo derecho! ¿Hay quién dé más?», termina preguntando Guillermo. Es un ejemplo. Es impresionante. Él contará en su vida con los sacerdotes. Pero hay dos que están especialmente unidos a su obra y, lógicamente, esta noche están con nosotros: Don Eugenio Merino y Don Tomás Malagón. ¡Qué elocuente testimonio, cuando Guillermo acompaña a Don Tomás en un momento difícil de su vida!

3.- La sorpresa de encontrar valores de alta cotización en actitudes en aquel tiempo y hoy en desuso, actitudes hoy claramente contraculturales: la pobreza, la humildad, el sacrificio. Una tríada repetida. Y la abnegación.

Es sorpresa y demuestra profundidad descubrir su origen en la Santísima Trinidad. El Padre omnipotente es pobre, porque todo lo comparte con el Hijo. Y la pobreza más que en dar, afirma Guillermo, consiste en compartir. El Hijo es humilde, porque la humildad quiere decir la capacidad de acoger y de recibir. Ve el sacrificio en el Espíritu Santo, que, por ser el amor del Padre y del Hijo, renuncia a su propia voluntad. Son valores que él reclama por su impresionante fuerza liberadora, solidaria, dinámica, fecunda. La sorpresa de descubrir y afirmar que las actitudes cristianas son decididamente creadoras de humanidad.

4.- La sorpresa y la profundidad que supone iniciar el Plan Cíclico de Segundo Grado con un bloque de siete conferencias. Se refieren a los tres enemigos del hombre, como lo aprendimos en el catecismo. Enemigos del militante cristiano, de su militancia.

A los obreros les habla de la carne y de la pereza, del demonio y del mundo. Y les propone los tres antídotos de la pureza, de la humildad y de la pobreza. Termina con la octava Bienaventuranza, que Jesús proclama para los que sufren persecución por su lucha a favor de la justicia también social. Son textos y papeles desgastados, en ocasiones con dificultad para reconstruirlos, porque han sido muchas veces usados, doblados una y otra vez y guardados en su sahariana.

5.- Es sorprendente que en sus escritos no sólo está presente Dios, Jesucristo. Sorprende que se refiera con normalidad, hablando con los obreros, al misterio grande de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía. Son temas frecuentes la Gracia, el Cuerpo Místico y la Iglesia, los Dones del Espíritu Santo, la Oración, la Comunión, la Santa Misa, el sentido de la Liturgia. Quien así habla y escribe es un obrero, que habla a obreros. No es un teólogo.

6.- La sorpresa se da, cuando él no admite que se rebaje la calidad de la enseñanza de la Teología en los planes de formación. Pretendían algunos que a los obreros, para que la entendieran, se les debería dar rebajada la religión, la formación religiosa. Guillermo Rovirosa hace suya la afirmación contundente de Don Eugenio Merino: «¿Cómo la podrán entender, si se les da rebajada? Yo a los obreros no les doy más teología, porque no tengo más».

7.- Estáis estudiando el tema de la comunión, comunión de bienes, de vida y de acción. Y es sorprendente que Guillermo Rovirosa, como lo más espontáneo y como lo más natural se refiera, en primer lugar y de modo directo, a su fuente más genuina. Y se lanza decidido a la Santísima Trinidad. Y se encuentra a gusto. Y se convence de que Dios es amor. Y rompe una imagen suya de antes de la conversión. No es un Dios lejano, cerrado, aislado, inaccesible, desinteresado de los hombres, como sin entrañas, feliz en su soledad. En Jesucristo Dios nos descubre la manifestación más espléndida de su amor. El límite de este amor es hasta el extremo.

El extremo es la cruz. Es el altar. El altar, con tantas resonancias en la HOAC. Un Dios así no es invento del hombre.

Ni es invento Jesucristo. Jesús, antes de llegar hasta el final, la cruz, fue un trabajador, de profesión servidor, como se definió Él mismo. Se despojó del rango de su condición divina. Renunció a los privilegios y a muchos de sus derechos. No exhibió un poder despótico, anulador de las personas, esclavizante. Su propuesta era una apelación a la libertad del hombre, a su honestidad, a su nobleza, a su responsabilidad. Escribe así Guillermo: «“Si quieres…” Así a los discípulos, así al joven rico, así a todos… Cuando se le responde: “¡Claro que quiero, pero no puedo”… Él podría decirnos: “No te pregunto si puedes, sino si quieres. Si me quieres, yo te daré el poder”». Este Jesús tampoco es un invento humano.

8.- Me cuesta no hacer referencia a cómo ve y cómo siente este militante, Guillermo Rovirosa, la Gracia de Dios. Porque hay una forma existencial de vivirla que no suele explicitarse en los manuales de Teología. Guillermo, descubriendo su experiencia y su vida, presenta la gracia desde la lucha por la promoción obrera. Y la panorámica es extraordinaria.

–La Gracia es superadora del individualismo liberal y del anonimato gregario del marxismo. La Gracia, que se da en la persona, tiene una dimensión social, porque «el Reino de Dios tiene que ver con la industria y el comercio, en la política y en la cultura, en las diversiones y en el arte, en una palabra: en todo lo colectivo además de lo individual. Porque la Gracia es “como semilla de vida”».

–La Gracia es radical. Provoca la conversión personal y cambia al hombre por dentro. Pero, además, la Gracia lleva directamente a socavar los cimientos paganos sobre los que se asienta el orden social. La Gracia camina certera a la raíz de la cultura y de los valores, y nada tiene que ver con los emplastos calientes. A base de la Gracia nos decidimos a cambiar la sociedad, pero desde los cimientos.

–La Gracia suma la persona y la sociedad; lo interior del hombre y lo exterior, la ascética individual y la Comunión cristiana, que tiene referencia constante al proyecto social y comunitario de Dios. La Gracia anuda la relación con Dios y las relaciones con el hombre.

–La Gracia es comunión, que tiene, como condición previa, dejarse moler como el trigo, para ser pan único. La comunión es, a la vez, consecuencia de que todos participamos del mismo pan. La comunión, punto de partida, es meta de la misión. Por la Gracia somos llevados a emular la unidad de las Tres Divinas Personas.

–La Gracia es el objetivo más importante del Plan Cíclico. Así lo afirma Guillermo. Un equipo fiel a la Gracia tiene probabilidades indefinidas para vivir la doble comunión: la Sacramental y la comunión de vida. La primera, para luchar en el frente del desorden propio, la segunda, para luchar por un mundo mejor. A eso lleva vivir intensamente la Gracia.

–La Gracia posee, como pieza fundamental, la fidelidad a Cristo. Cristo ha venido a enseñarnos el plan maravilloso de Dios, que se lee en las Sagradas Escrituras, que nos lo precisa el Magisterio de la Iglesia, y que nos lo manifiestan los acontecimientos de cada día. La Revisión de Vida, el método de encuesta, la acción del equipo, el Plan Cíclico son entrenamientos para ser fieles a Cristo y al proyecto de Dios.

–La Gracia se da para fructificar, no para guardarla inoperante. Porque la Gracia es alimento y es armamento. En la Liturgia aprendemos la instrucción, que hace de nosotros un cuerpo orgánico y no un montón sin rostro. Con esta advertencia: que la Gracia nos desinstala del conformismo, porque no somos soldados en tiempo de paz, ni hay tregua para nuestra guerra.

–La Gracia, por eso, es combativa, como repetía el querido e inolvidable Don Eugenio Merino. «¿Quién no recuerda con pasmo, cuando nos hablaba de la Gracia y del Espíritu Santo?», nos dice Guillermo.

Es un canto de esperanza, es una mirada realista e ilusionada, es integradora de realidades, es una llamada a la fidelidad, es la proclamación audaz de que la Gracia es «la fuerza de la HOAC». Por eso, «la HOAC va».

9.- He de terminar, aunque no se acaban los campos de la sorpresa. Deliberadamente he reducido al máximo el punto de mi atención. He aplicado el zum sólo al ángulo y al lenguaje de la fe. No he hablado directamente del modo con que Guillermo miraba y sufría la situación del mundo obrero, la situación de los trabajadores y sus familias, las condiciones de vida, la precariedad del empleo o de los contratos, las luchas, las esperanzas y las desilusiones de los trabajadores. Guillermo era un obrero. El que ha escrito estos volúmenes es un obrero.

Recibió el encargo de los Obispos Españoles de llevar el mensaje de Jesús, su Persona, al corazón del mundo del trabajo. El encargo ilusionante de acercar la Iglesia al mundo obrero y de plantarla en él. La Iglesia, en la que él creyó. A la que amó con todo su corazón y le fue fiel hasta el sacrificio y el dolor. ¿Con qué medios, con qué actitudes, con qué personas, con qué verdad realizó este encargo?

10.- Y surge la sorpresa grande. Guillermo vive a Cristo. Se ha creído su mensaje. Nos asegura que podemos fiarnos de Él. Y ve necesario echar mano de las actitudes que Cristo vivió. Y, porque así lo ve en Cristo, no le dio rubor hablar a los obreros de Dios, de Cristo, de humildad, de abnegación, de pobreza, de los pecados de la carne y cómo en su análisis los ve. Siente necesidad de hablar a los trabajadores de la gracia, de la Misa y de la Comunión, del Espíritu Santo, de la Santísima Trinidad, de los sacerdotes. Hablar sin complejos. Hablar sin miedos. Hablar a cara descubierta.

Hablar con la vida. Sorprendente, cuando hoy está mal visto hablar de estas actitudes; cuando hay que secuestrar a Dios, retirarlo de la vida pública y enclaustrarlo y que su nombre no se pronuncie. Cuando, en muchos hay vergüenza para afirmar que son creyentes.

11.- Y la sorpresa crece. El mensaje entero de Jesús, no manipulado, no aguado o rebajado, completo y sin escamotear nada, con sus impresionantes ofertas y con las consiguientes exigencias; este mensaje propuesto con convicción, no impuesto, ofrecido noblemente porque es liberador de los trabajadores; mensaje atestiguado en la propia vida y con los valores que hace florecer el Evangelio, este mensaje tiene fuerza y tiene capacidad permanente de convencer hoy a los obreros. Es nuestra oferta limpia y sin aditivos. La más original y que sólo la Iglesia posee, que la Iglesia debe proponer. Una oferta, a la que los obreros tienen el derecho de un acceso claro. Eso realizará la HOAC, que nació en la Iglesia y de ella, gracias a la gracia. Y con la gracia creció. Es obra de la gracia y de unos militantes, que encuentran en Cristo y en su mensaje motivos para la lucha y para la esperanza. Con aquellos creyentes la HOAC «funcionó» y funciona.

Y «funcionó» al principio. Es también impresionante recordar el comienzo de la Iglesia en Corinto. Nació, sobre todo, entre los estibadores de los dos puertos de la Ciudad. A aquellos trabajadores, rebajados y sin voz. Pablo les habló sin careta de Cristo, de Cristo crucificado, y ellos lo aceptaron, se adhirieron a Él. ¿Fue el comienzo de la HOAC?

12.- Hablamos de presentar las «obras» escritas de Guillermo Rovirosa. Con ello presentamos, una vez más, «su gran obra»: es la HOAC. Con este hombre nació, él la marcó. Con su testimonio creció. Fermentó el Movimiento Obrero y el mundo del trabajo. Fue lejos. La HOAC hoy vive y tiene futuro, si es fiel a sus fuentes. Como dije al comienzo, a quien estamos presentado es a un obrero militante, a un hombre, a un creyente de cuerpo entero.

Muchas gracias a Guillermo Rovirosa. Muchas gracia a vosotros por vuestra presencia en este acto. Muchas gracias a la Fundación Guillermo Rovirosa-Tomás Malagón y a Ediciones HOAC, por este espléndido trabajo.

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