HOAC Córdoba / Durante el año pasado, aproximadamente el 10% de los accidentes laborales que sufrimos, fueron de tráfico. De los cerca de 900 accidentes mortales, el 35% fueron también en nuestras carreteras.

Hoy nos concentramos ante la muerte, el pasado 18 de diciembre de Manuel Gómez García. Camionero vecino de Palma del Río. Su camión se salió de la calzada en Valdepeñas y él murió. Su hermano Rafael (su copiloto) resultó herido y actualmente se encuentra en el Hospital Reina Sofía.

La prevención laboral también tiene que llegar a nuestras carreteras. Los accidentes de tráfico no sólo se producen por imprudencias con el cuentakilómetros, ni por las copas de más de las celebraciones navideñas. También son consecuencia de la excesiva fatiga a la que están sometidos los trabajadores del volante. Y es que, su rentabilidad está directamente relacionada con los kilómetros que hacen. Y éstos han de recorrerse a costa de lo que sea… incluido un elevado número de horas de conducción y un descanso escaso.

Al fin y al cabo, según Antonio Baylos, catedrático del Derecho del Trabajo, las víctimas del trabajo lo son “de un sistema de producción y de trabajo en el que el responsable de la salud y seguridad se encuentra acostumbrado a hacer del ahorro de costes laborales y de la degradación de las condiciones de trabajo las ventajas competitivas a las que incitan autoridades monetarias y expertos económicos, como la forma por excelencia de acumulación y de creación de riqueza”. Y en plena crisis, esta conducta se agrava cada vez más.

¿Qué nos está indicando esta actitud del sistema de producción? Que, realmente hay algo, que no es la persona, que entre todos hemos puesto en el centro de nuestras vidas: el Poder, el Dinero y el Beneficio. Y esta suerte de Santísima Trinidad, está por encima de todo. Nada puede interponerse en su camino. Es nuestro nuevo Dios.

La Iglesia nos señala en su Doctrina Social que…

“…entre las actitudes opuestas… al bien del prójimo…, dos parecen las más características: el afán de ganancia exclusiva, por una parte; y por la otra, la sed de poder, con el propósito de imponer a los demás la propia voluntad” (Sollicitudo Rei Socialis, 37).

La persona, hoy, sólo es valiosa por su capacidad de producir… y también de consumir. Pero no por la dignidad que le da el ser hija de Dios: Valor absoluto en la Creación.