Las lágrimas de los desahucios

Cuando alguien contacta con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca para que les ayude a no perder su vivienda suele ser en un momento de gran desesperación.

La única respuesta del banco, la inmobiliaria o el fondo buitre es que se vayan de la vivienda. Si les dicen que no tienen donde ir, les suelen responder que «ese no es su problema». Algunas familias cuentan que cuando les preguntan si no tienen corazón, les reconocen: no, no tenemos corazón.

Sienten mucho miedo. Les acosan continuamente con llamadas, les presionan y les amenazan. El personal de la empresa de recobro, con una voz endurecida, sin escrúpulo, da por sentado que su trabajo es conseguir que la familia se vaya. A veces, incluso, manifiestan a la gente de la plataforma antidesahucios que no quieren líos en la puerta de la vivienda, que quieren resolverlo negociando.

También sienten vergüenza, porque creen haber fracasado, han perdido su hogar, se tienen que ir a vivir a un cuchitril; con suerte, sus padres les ayudan. Quieren que nadie se entere. Hay quien abandona su vivienda antes de la fecha señalada por el juzgado.

El poder económico quiere que cuando llegue la comisión judicial de la mano de la entidad pueda cambiar la cerradura, sin tener que saber nada del destino de la familia que vivía en ella. No quieren encontrarse con la plataforma y menos con algún medio de comunicación.

Las familias tienen el corazón roto y desgarrado de tanto dolor acumulado. Entre sollozos preguntan: «¿qué va a ser de mis hijos?», «¿cómo les explicó que nos tenemos que ir de nuestra casa con todo lo que implica?». Lloran porque sienten que la sociedad los ha dejado desamparados, porque la Administración pública no tiene alternativa habitacional e, incluso, los trata como delincuentes. La comisión judicial y las fuerzas del orden público acuden para echarlos de sus casas.

Les acompañamos desde el cariño, la ternura y la rebeldía, desde la cercanía y con la promesa de que vamos a estar a su lado. Les acompañamos para que recuperen su autoestima, su propia dignidad y se empoderen en la lucha por su vivienda. Les acompañamos desde la amistad y el compromiso por defender su hogar.

Discernimiento

«La vivienda constituye un bien social primario y no puede ser considerada simplemente como un objeto de «mercado».

«Aunque sea legítimo, desde el punto de vista jurídico, el recurso al desahucio judicial plantea una serie de interrogantes éticos cuando están en juego personas que no tienen verdaderamente otra vivienda».

Carta de su santidad el papa Juan Pablo II a la Pontificia Comisión Justicia y Paz: «¿Qué has hecho de tu hermano sin techo? La iglesia ante la carencia de vivienda».

Actúa y transforma

¿Conoces familias en situación de desahucio?

¿Qué podemos hacer para ayudarles, para que no se sientan derrotados y desamparados?

¿Cómo se puede lograr que la vivienda deje de ser una mercancía o producto para la especulación?

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