Salud e igualdad en el trabajo

La iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente quiere poner su énfasis este año en la necesidad de asegurar unas condiciones de trabajo saludables y promover la igualdad entre hombres y mujeres.

El recién fallecido papa Benedicto XVI nos legó una bella definición de lo que supone el trabajo decente: «Un trabajo que, en cualquier sociedad, sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación» (Caritas in veritate, 63).

Las entidades que forman Iglesia por el Trabajo Decente se han propuesto este año insistir en dos aspectos fundamentales para la persona en el trabajo: la igualdad entre hombres y mujeres y el respeto a la salud e integridad de las personas trabajadoras.

Por primera vez en sus nueve años de existencia, la plataforma eclesial por el trabajo digno ha incorporado el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, a su campaña de acción y sensibilización, por lo que llama a sumarse a las reivindicaciones y manifestaciones contra la brecha de género en las relaciones laborales, además de difundir un comunicado dedicado a la situación de las mujeres trabajadoras y ofrecer un guion litúrgico para las celebraciones eclesiales.

Iglesia por el Trabajo Decente, en coordinación con la Pastoral del Trabajo, también quiere poner especial énfasis en la defensa de la salud integral de la persona en el trabajo, al cumplirse veinte años de la proclamación por la Organización Internacional del Trabajo del 28 de abril como Día Internacional por la Salud y la Seguridad en el Trabajo. Porque un trabajo decente es un trabajo saludable.

Además, las entidades eclesiales por el trabajo digno, como ya es habitual, han programado diversas actividades y reflexiones para el Primero de Mayo, Día del Trabajo y 7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente.

Reflexión: La muerte en el trabajo, una derrota de la sociedad

Benedicto XV caracterizó el trabajo decente por ser libremente elegido, sin discriminaciones, contribuir al bien de la sociedad, estar retribuido suficientemente, permitir la conciliación, organizarse y acceder a las prestaciones sociales.

De esta definición se deriva la necesidad de garantizar la igualdad de las condiciones de trabajo entre hombres y mujeres, así como el imperativo de respetar la salud integral de la persona.

El propio compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en su número 301, reconoce el derecho de los trabajadores «a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física de los trabajadores y no dañen su integridad moral».

El mismo Francisco se ha mostrado reiteradamente muy afectado por las muertes en el trabajo. «Sigue habiendo demasiados muertos, ¡demasiados mutilados y heridos en el lugar de trabajo!», dijo en un encuentro con el sindicato italiano CGIL. «Cada muerte en el trabajo es una derrota para toda la sociedad», continúo su discurso, «más que contarlos al final de cada año, deberíamos recordar sus nombres, porque son personas y no números. ¡No permitamos que se equiparen el beneficio y la persona!». «Solo una sabia alianza puede prevenir esos “accidentes” que son tragedias para familias y comunidades», expresó.

Referencias

Comunicado y agenda de actividades para el 8 de marzo y 28 de abril
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