Cuando varios chillan, no solo el resto de las voces no se pueden oír, sino que las que son emitidas no se pueden entender. Así que cuando más se grita, menos escuchamos y al final solo nos quedamos con lo que más se ajuste a lo que nos interesa.
La polarización es algo así, dos opiniones, dos posturas, dos perspectivas en direcciones opuestas que, de espaldas una a la otra, se gritan. Podemos auto-convencernos de que esto solo pasa en el ámbito parlamentario, entre partidos políticos, pero no es así. Nuestra vida está marcada por asuntos en los que no llegamos a ponernos de acuerdo, donde nos mantenemos en nuestras posiciones porque, claro, ¡yo tengo la razón!
Por ejemplo: cuando hablamos de la situación de las personas inmigrantes, se las descalifica llamándolas delincuentes; cuando decimos que los sindicatos resultan fundamentales para la defensa del trabajo digno y de los y las trabajadoras, se les acusa de corruptos; cuando defendemos la igualdad de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, siempre se encuentra un chiste que le quita «tensión» al asunto; cuando se denuncia el empobrecimiento de las familias, hay quienes piensan que es su culpa; y así un sinfín de temas donde nos cuesta acercar posturas.
Quienes nos planteamos la vida desde el Amor, nos toca sembrar esperanza, poner en el centro la dignidad de la persona, revalorar la verdad desde el diálogo, la libertad desde la escucha y la justicia desde la lucha; reconstruir la convivencia humana buscando el bien común, que será «bien», si es «común»; encontrarnos para conocernos, compartir y hallar los puntos comunes; desde la cercanía, acompañarnos y cuidarnos, siendo benevolentes, con el fuerte deseo de «llenar la vida de los demás con cosas bellas, sublimes, edificantes» (Papa Francisco, Fratelli tutti, 112).
Llévatelo y comparte
Esta sección también la tienes en documento pdf e imagen jpg para que la puedas descargar, imprimir, compartir…
Militante de la HOAC de Canarias
