Ayuda a Domicilio: «No somos ná»

He estado trabajando en una temporalidad dolorosa durante diez años. Encadenaba contratos eventuales como trabajadora del hogar en una empresa de ayuda a domicilio subcontratada por el Ayuntamiento de Sevilla. 

Mi mayor herida es que siento que es poco valorado nuestro trabajo, no somos . Nos hemos enfrentado a una pandemia en primera línea, con la preocupación de contagiar a las personas vulnerables que atendíamos y con el miedo de pasar por muchas casas sin la protección que requerían los primeros momentos de la pandemia. Vivimos con esa tensión de no saber si éramos portadoras y transmisoras del virus.

También percibimos de manos de la sociedad un sentimiento de minusvaloración hacia nuestro trabajo: somos «la chica», la asistenta, hacemos de todo. Sin embargo, sabemos que estamos no solo para realizar las tareas programadas, sino que también somos un poco psicólogas: escuchamos los problemas de las personas, aseamos, damos de comer, cosemos, acompañamos a hacer gestiones fuera de la vivienda, etc. También es verdad, que reconforta nuestro corazón entrar a las casas y ver como se alegra el rostro y brilla la mirada de los mayores «como si hubieran visto a un ángel».

Estoy sindicada desde hace varios años y valoro cómo la organización Comisiones Obreras (CCOO) ha luchado mucho porque se nos reconozca la afección de la COVID-19 como enfermedad laboral, ahora cobramos el 100%. Es un gran logro. Continuamente nos orientan en nuestras dudas, incertidumbres, de manera inmediata con el WhatsApp, y en todas las reuniones a las que nos convocan. Ahora, la principal lucha de nuestro colectivo es la petición de que se municipalice el servicio, es decir, que sea el ayuntamiento quien atienda directamente esta realidad y no a través de empresas privadas que buscan, por encima de todo, el lucro.

Mi forma de defender mis derechos es muy diferente ahora que estoy en un puesto indefinido que cuando concatenaba contratos temporales de dos horas, un día, tres días, sin saber cuál era el trabajo que debía realizar.

En una ocasión, hace unos años, después de un despido, reclamamos el finiquito a la empresa nueva que había accedido al concurso abierto por el Ayuntamiento. Ello me costó entrar en una «lista negra» y no me llamaron en dos años. En esas condiciones de transitoriedad, no me planteaba ser delegada sindical.

Ese período de desempleo lo aproveché para formarme en un grado medio de atención a personas en situación de dependencia, es un ciclo formativo oficial.

Esta capacidad en funciones asistenciales, preventivas, educativas y rehabilitadoras, más mi condición de mujer en paro de larga duración, mayor de 45 años, y vecina de un barrio marcado por la exclusión social (en el Polígono Sur) me propició la entrada de nuevo en el mercado de trabajo ya que la empresa cobraba subvención por ello.

Cuando empiezas a trabajar para estas empresas es muy duro. «Te comes lo peor». Vas haciendo experiencia y recogiendo valoraciones de los usuarios. La formación también es importante para poder llegar a estabilizarte en el empleo.

Discernimiento

«El cambio concebido no como algo que un día llegará porque se impuso tal o cual opción política o porque se instauró tal o cual estructura social. Dolorosamente, sabemos que un cambio de estructuras que no viene acompañado de una sincera conversión de las actitudes y del corazón termina a la larga o a la corta por burocratizarse, corromperse y sucumbir. Hay que cambiar el corazón. Por eso me gusta tanto la imagen del proceso, los procesos, donde la pasión por sembrar, por regar serenamente lo que otros verán florecer reemplaza la ansiedad por ocupar todos los espacios de poder disponibles y ver resultados inmediatos. La elección es generar procesos, no ocupar espacios. Cada uno de nosotros no es más que parte de un todo complejo y diverso interactuando en el tiempo: pueblos que luchan por una significación, por un destino, por vivir con dignidad, por vivir bien, dignamente, en ese sentido» (Francisco, discurso a los participantes en el 2º Encuentro Mundial de los Movimientos Populares. 2015).

Actúa y transforma

¿Cada vez es más común tener cerca a auxiliares de ayuda a domicilio, porque nuestra sociedad crece en número de personas mayores y se extiende la aplicación de la Ley de Dependencia.

¿Valoras su trabajo? ¿Escuchas sus heridas? ¿De qué manera reconoces sus derechos y apoyas sus reivindicaciones?

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