Acompañando en la precariedad

Llevo 12 años tratando de acompañar a personas en exclusión social primero en la asociación sin ánimo de lucro EnLaBrecha, dedicada a la recogida de ropa de segunda mano, y ahora, junto con la Institución Javeriana, a través del alojamiento temporal para mujeres. 

Tras mi jubilación, me integré en el proyecto de recuperación textil con el que conseguimos crear varios puestos de trabajo para chavales, la mayoría inmigrantes, gracias a los cuales pudieron regularizar su situación. Por EnLaBrecha llegaron a pasar unas 40 personas.

Debido a la situación del reciclaje de ropa en Madrid, antes de la pandemia, decidimos traspasar el proyecto a Cáritas que estaba poniendo en marcha un proyecto muy similar. Logramos recolocar al máximo posible de personas, pero algunas se quedaron sin trabajo, sin ingresos, sin vivienda.

Trato de acompañarlas en sus necesidades familiares, laborales, sociales y económicas, pero también voy con ellas a los médicos y a las diversas gestiones a las que tienen que enfrentarse.

Procuro escuchar, dialogar y ayudar en la toma de decisiones.

En el piso de acogida de las Javerianas hay, actualmente, tres mujeres y un niño, en situación precaria, con dificultades para encontrar un trabajo decente, para llegar a fin de mes y plantearse proyectos de vida a largo plazo. De algún modo, participo de esa precariedad, acompaño a las personas en la precariedad, más que acompañar la precariedad.

No es solo ponerme en su lugar, meterme en sus zapatos, conocer e intentar vivir su situación, sino también experimentar el miedo, la angustia, la vulnerabilidad desde la cercanía, la comprensión, y la vivencia compartida. Es ir bebiendo del principio de encarnación.

La esencia del acompañamiento no es conseguir el resultado que yo me propongo, sino el respeto a la autonomía y la libertad para permitir el crecimiento de la persona a la que acompaño.

La compasión y la indignación son dos sentimientos que van unidos. No hay derecho a que el fuerte abuse del débil, a que no se cumpla la justicia. Pero mi mirada debe discernir, y contemplar que lo importante es la persona.

El acompañamiento busca generar procesos de cambio, no solo en las personas, sino en la realidad. No solo a nivel individual, sino también estructural. Este paso cuesta mucho, pero es necesario, requiere luchar contra el individualismo y el conformismo.

Discernimiento

«No tengo oro ni plata, lo que tengo te lo doy» (Hechos, 3, 6).

Seguir a Jesús implica querer a las personas como son, ayudarlas a levantarse, propiciar su crecimiento, despertar su solidaridad. Crecer como personas, madurar es un proceso que nos convierte en seres para la comunión, necesitados de acompañamiento mutuo, de compañeras y hermanas.

Actúa y transforma

¿Qué prejuicios me impiden estar abierto a personas en exclusión?

¿Conozco alguna persona en situación de precariedad laboral o social a la que pueda acompañar de algún modo?

¿Qué estoy dispuesto o dispuesta a compartir?

Llévatelo y comparte

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